15/5/08

Paradojas y desconcierto en el estadio de Almagro





El acto oficialista en el que Néstor Kirchner celebró su acceso (sin elección interna) a la presidencia del PJ fue escenario de una seguidilla de curiosidades y paradojas.


Mientras Hugo Moyano, uno de los vicepresidentes que escolta a Kirchner en la conducción pejotista, desplegaba un discurso de tono comparativamente suave y acusaba a las organizaciones ruralistas de intolerancia por ejercer actitudes de fuerza en el paro agrario, a algunos metros del palco, en un flanco del estadio de Almagro, legiones de su sindicato de camioneros se enfrentaban con piedras y palos con grupos análogamente pertrechados del gremio de la construcción.
Néstor Kirchner, entretanto, privaba a los presentes del esperado plato fuerte de la tarde: su discurso de asunción. NK decidió no hacer uso de la palabra y cederle el micrófono a su señóra esposa.
Algunos análisis rápidos en los medios electrónicos consideraron que ese paso era una manera de “entregarle espacio” a su mujer, cuyo rol presidencial se ha visto opacado por el protagonismo de Kirchner Néstor y su evidente influencia en las decisiones y en el rumbo del poder político. En rigor, el minué conyugal de Almagro no sirvió para cancelar el bicefalismo que se achaca al gobierno, sino más bien para duplicarlo (invertido) en el plano partidario. Lo que la opinión pública reclama –según se observa en las encuestas- no es que la señora gane cartel francés en un acto del PJ que su esposo debería presidir, sino que ocupe efectivamente la titularidad del Poder Ejecutivo, para el que fue ella (y no su esposo) la elegida. Si efectivamente la señora de Kirchner quiere dar una señal de diálogo a una Argentina interior que reclame ser escuchada, lo plausible sería hacerlo desde la Casa Rosada, ubicada en su rol presidencial y no de sopetón y por sorpresa sustituyendo casualmente a su marido en una tribuna partidaria.
Como para contribuir a la confusión general, la señora no mencionó jamás en su leve discurso (uno de los más insustanciales que se le recuerden) al movimiento que organizaba el acto público, ni a los fundadores de ese movimiento ni a la historia y símbolos del peronismo. El único sello partidario que la señora de Kirchner recordó con nombre y apellido fue el Frente para la Victoria, al que aludió para recordar que fue bajo esa sombrilla política donde ella inició su carrera en cargos públicos, en la “lejana” provincia de Santa Cruz.
Así, en el acto de Almagro se habló de paz mientras las barras propias se hacían la guerra a pocos pasos, y la principal oradora festejó a un partido que no era el que esa tarde estrenaba sus autoridades.Una comedia desconcertante y desconcertada.

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