30/7/07

Radicales K en cueros y socialistas boro-cotizados

 
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Casi uniformados, con prendas de cuero de color tirando a amarillo, los jefes del radicalismo K ("radicalismo kash", bromea Jorge Asís) nominaron al gobernador mendocino Julio Cobos como candidato a copiloto de la primera dama, en una boleta electoral que todavía no tiene nombre (situación que ilustra también el comportamiento de los radicales tránsfugas).
En la ceremonia de designación de Cobos (ver foto) se usó el papel picado que sobró de la fiestita platense en el Teatro Argentino, en la que Kirchner consagró a su esposa como candidata a presidenta. Los radicales K no son dispendiosos ni demasiado caros.
La adquisición de este sector de la UCR por parte del oficialismo se suma a la de un par de exponentes del Partido Socialista encabezados por Jorge Rivas, quien de ser denunciante del Jefe de Gabinete Alberto Fernández ante la Justicia pasó a transformarse en su número 2. El gobierno impulsa la borocotización de cuadros políticos y la destrucción de los partidos. "Bien pagá", el clásico tema de Miguel de Molina, podría servir de música de fondo a esta película decadente.

28/7/07

"La culpa la tiene el otro": lema emblemático del estilo K



El Presidente Kirchner repite periódicamente un numerito, que consiste en culpar a alguien de los problemas que son consecuencia de su propia política. El presidente tiene toda una lista de demonizables, que empieza con los años 90 y pasa por lor organismos financieros internacionales, los capitales, los bancos, los fondos de inversión, los periodistas, los ganaderos, etc.
En los últimos días la inquietud surgió por una incipiente fuga de capitales, suscitada por una tendencia mundial de búsqueda de seguridad en las inversiones y particularmente estimulada, en el caso argentino, por la discrecionalidad del poder y la baja calidad institucional. En ese cóctel hay que incluir la desastrosa conducta oficial frente a la inflación, que pretende contener con presiones y controles, o disimular apelando al fraude estadístico.
Abrumado por la situación, pero poco dispuesto a modificar decisiones electoralistas que aportan más factores inflacionarios, el Presidente ocupó su atril para asegurar la “cristalinidad” de los procedimiento del Instituto de Estadísticas (apodado INDEK por la malicia de los críticos) y a garantizar que no es cierto que la inflación sea más alta que la que anuncia mes a mes el intervenido Instituto de Estadísticas.
En verdad, los técnicos del INDEC, en huelga y alzados contra la manipulación oficialista, aseguran en su sitio de Internet que la inflación anualizada alcanza el 22 por ciento (no el 8, como jura el gobierno). Por su parte, el equipo especializado de Roberto Lavagna calculó la inflación enero-junio en 9,6 por ciento, contra el 3,9 que informa el gobierno.
Sin ninguna pretensión científica, los ciudadanos verifican la mentira de los índices oficiales cada vez que tienen que hacer las compras, pagar el estacionamiento, alquilar un departamento o una oficina o ir al cine.
El escepticismo sobre las cifras que difunde el gobierno se ha generalizado. Kirchner culpa de ese fenómeno a fondos de inversión tenedores de bonos que se ajustan por el índice de costo de vida. Sin duda el país ve crecer su deuda al compás de la inflación, ya que alrededor de un tercio de la deuda pública (que, pese al doble paguediós del gobierno, alcanza a 136.348 millones de dólares) se indexa por inflación, y cuesta, así, 600 millones por punto. Si se acepta el cálculo de los técnicos “rebeldes” del INDEC, la inflación actual, impulsada por las políticas oficiales, no sólo perjudica a los consumidores porque deben pagar más por igual cantidad de productos. También complica la situación del país en su conjunto, pues incrementa la deuda en unos 13.000 millones de dólares anuales.
Kirchner dice una cosa. La realidad dice otra.
No es la primera vez.

Scioli y Macri: enigmas aún abiertos



Los estudios demoscópicos vienen revelando en los últimos meses que, de las personalidades políticas con mejor imagen pública, hay cuatro que se destacan ampliamente del resto, aunque dos de ellas –Néstor Kirchner y su esposa y candidata, Cristina Kirchner- se encuentran en repliegue. Los otros dos personajes favorecidos por la opinión del público son el jefe de gobierno electo de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, y el vicepresidente y precandidato a gobernador bonaerense, Daniel Scioli.
Deteriorado por sucesivos casos de corrupción o desmanejo administrativo en el seno del oficialismo (Skanska, obras públicas sobrevaluadas, excesos y descontrol en materia de subsidios, procesamiento de funcionarios que incluyen a la ministra de Economía que eligió el Presidente) tanto como por la crisis energética, la inseguridad pública y el incremento de la inflación, Néstor Kirchner ha caído sistemáticamente en las encuestas durante el último año (la pérdida es de diez puntos según Poliarquía, una de las empresas más de estudios de opinión más acreditadas del mercado). La primera dama ha tenido en esta materia un comportamiento satelital, acompañando a cierta distancia (siempre más abajo) los ascensos y descensos de su esposo.
Los casos de Scioli y Macri tienen rasgos singulares. Ambos son emergentes de la década del noventa, un período que el Presidente decidió demonizar. El vicepresidente se lanzó en aquellos años a la política con el claro respaldo de Carlos Menem y atravesó garbosamente los cambios de gobierno, blindado por una actitud que irradia optimismo constructivo y procura evitar crispaciones, resentimientos y puños cerrados. Con ese talante soportó el largo exilio interno al que lo sometió el matrimonio gobernante (a Scioli, que le preside el Senado, le tocó la convivencia frecuente y no siempre cordial con la hoy candidata presidencial). La sostenidamente positiva opinión del público sobre Scioli pareció un premio de la sociedad a su excepcional temple para sobrellevar adversidades y malos tratos. De hecho, fue la notable opinión favorable que concentraba (su intención de voto en la provincia supera a la de la primera dama) la que llevó a Kirchner a trocar el virtual destierro interior del vicepresidente por su promoción a la primera candidatura bonaerense. En un paisaje electoral nacional complicado, el arrastre de Scioli aparecía para la Casa Rosada como una locomotora indispensable para sostener la carrera presidencial: el distrito bonaerense aporta casi el 40 por ciento de los votos del país.
Convertido en un instrumento fundamental para las expectativas electorales del oficialismo, Scioli concentra hoy un poder que va más allá de las formalidades. Si él decidiera, por caso, tomar distancia de la boleta oficialista bonaerense, el daño electoral que produciría al kirchnerismo sería muy grande. Cuando unas semanas atrás el peronista Ramón Puerta, uno de los pilares del reciente congreso refundador del PJ realizado en Potrero de los Funes, declaró a un diario porteño que “Scioli sería un candidatazo” a la presidencia, la inquietud cundió en el oficialismo. Sobre todo en los amplios sectores internos del heterogéneo kirchnerismo, que siguen desconfiando del vicepresidente, viendo en él un sapo de otro pozo.
Para estos sectores kirchneristas, la candidatura a gobernador de Scioli equivale, en rigor, a tragar un sapo poco digerible. Y reclaman garantías que limiten los futuros movimientos de Scioli en el poder bonaerense. Le proponen a Kirchner que le imponga al vicepresidente tanto el nombre del candidato a vicegobernador como los de la lista de legisladores provinciales y diputados nacionales por el distrito, además del futuro presidente del Banco de la Provincia. Para la vicegobernación, por caso, mientras Scioli ha dejado trascender su preferencia por José Juan Bautista Pampero, el antiguo amigo y médico del matrimonio Duhalde. Desde el kirchnerismo se lanzan otro nombres: los del jefe de los diputados, el matancero Alberto Edgardo Balestrini y del ex jefe político de Kirchner en su juventud en La Plata, el diputado Carlos Kunkel, uno de los legisladores de Montoneros que enfrentó a Juan Perón en 1974.
La aparente tensión que trasluce esa danza de nombres (y apenas se trata, por ahora, del cargo de vicegobernador) es observada atentamente por los actores políticos provinciales y nacionales. Nadie apuesta a que estalle una crisis insalvable, pero algunos se ilusionan con ella. No contribuye a aventar esa posibilidad el hecho de que todavía no haya un pronunciamiento de la Justicia sobre la legalidad de la candidatura de Scioli, de quien algunos opositores denuncian que no reúne los requisitos constitucionales para ser candidato (es probable la Cámara electoral no demore en pronunciarse y lo haga respaldándose en un dictamen de la Legislatura bonaerense que permitió a José Octavio Bordón, rosarino de nacimiento y ex gobernador de Mendoza, convertirse en Director General de Escuelas de la provincia de Buenos Aires, un cargo que reclama idénticos requisitos legales que el de gobernador).
En cualquier caso, la sorda tensión que rodea la candidatura aún no formalizada de Daniel Scioli, es un hecho político llamado a tener consecuencias antes o después del comicio de octubre.
En cuanto a Macri y su actitud ante las presidenciales: lo tratamos en el artículo que sigue.

25/7/07

Macri no podrá gobernar la Capital con una Casa Rosada kirchnerista

 

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Cada día se torna más evidente que, pese al notable triunfo obtenido en junio, a Mauricio Macri le resultará muy arduo ejercer el gobierno de la Ciudad Autónoma si en la Casa Rosada se mantiene el poder kirchnerista.

Contra los compromisos asumidos públicamente por el Presidente tres días después del ballotage porteño, el gobierno nacional exhibe ya su resistencia al traspaso adecuado de la policía a la ciudad de Buenos Aires. Sin manejar el instrumento policial, ¿cómo podría Macri dar satisfacción a la principal inquietud de los capitalinos, que se centra precisamente en el tema de la seguridad urbana? En rigor, si a la carencia de policía propia se le suma una conjetura basada, si se quiere, en la suspicacia –la posibilidad de que el oficialismo nacional decida el hostigamiento callejero al gobierno porteño a través de la movilización de sus armadas clientelísticas- se entrevén las dimensiones del desorden potencial que el gobierno porteño podría tener que enfrentar si debe convivir con un gobierno nacional hostil. Y ese es sólo uno de los flancos.

Tal panorama es lo que vuelve más acuciante y dramática la decisión que Macri adopte en relación con los comicios presidenciales y lo que torna más ingenua la postura que algunos medios asignan a ciertos dirigentes del PRO: la idea de que deben abstenerse de jugar un papel en las presidenciales, refugiarse en la burbuja porteña y limitarse a gestionarla, haciendo la plancha mientras observan el deterioro del kirchnerismo (rama femenina). La idea de "esperar" la crisis del otro tiene mucho de candor: mientras se procese esa crisis y se desarrolle el deterioro del poder nacional, también se dañaría el sistema político de la Capital y se deterioraría prematura y velozmente el liderazgo local de Pro. La idea de que el poder alguna vez "caerá de maduro" en manos propias es una idea rentística. Y equivocada.

Ese síndrome de cocooning que se insinúa en sectores del PRO y que también se atribuye a algunos asesores del jefe de gobierno electo se saltea deliberadamente el carácter objetivo del conflicto político entre el centralismo exacerbado del kirchnerismo y la perspectiva autonómica porteña; a esas condiciones objetivas deben adicionársele rasgos subjetivos: los Kirchner ignoran la palabra conciliación; la candidata, además, se ha declarado hegeliana: apuesta a agudizar las contradicciones. Y se siente encarnación del Espíritu Absoluto.

Hay, con todo, otros amigos de Mauricio Macri que le advierten de los peligros. Uno de ellos, no el único, ha sido el peronista Ramón Puerta. Desde París, Puerta , diagnósticó sobre el Pro: "Van a tener que jugar electoralmente en octubre, quieran o no. Para poder gobernar necesitan un presidente que no sea el matrimonio Kirchner". En efecto, podría decirse que, con sus más o sus menos, el Pro podría cumplir normalmente su gestión si la Casa Rosada estuviera ocupada por un presidente peronista de Potrero de Funes, por Ricardo López Murphy y hasta por Elisa Carrió o por Roberto Lavagna. Obviamente, con más razón podría desarrollar su gestión si el presidente fuera un hombre surgido de sus propias filas. Pero el único en condiciones de hacerlo es el propio Mauricio Macri y sucede, sin embargo, que en la atmósfera interna de Pro ha prevalecido desde el primer momento la visión positiva, aunque unilateral o, si se quiere, solipsista, de que, cumplida la misión de ganar la elección porteña, ahora sólo quedaba gestionar la ciudad.

Desde esa mirada, que Macri asumiera el desafío de pelear por la presidencia era (sigue siendo, para muchos) incumplir el compromiso con los votantes porteños.

Pero, en rigor, el incumplimiento se producirá si, por hostilidad y acoso del gobierno nacional, y por no contar con los instrumentos necesarios para gobernar adecuadamente la ciudad, la administración del Pro se ve sitiada y se deteriora en la impotencia.

Hipólito Yrigoyen decía que "en la Argentina hay que ser presidente de la República para poder ser portero de comité". El macrismo debería reflexionar sobre ese concepto. No podrá hacer la plancha en las presidenciales. Tendrá que asumir riesgos, tejer coincidencias y jugar fuerte para que, con un presidente amigo, no hostil, pueda cumplir su mandato ya obtenido de gestionar eficazmente la Ciudad Autónoma.

Una visita inexplicable





De entre miles de escritores de habla española, la candidata oficialista, decidió emblemáticamente visitar en España a don Francisco Ayala, probablemente el más antiperonista de los literatos de esa nacionalidad, un hombre que llegó a reunir en alguno de sus libros los cuentos y dichos más soeces contra Perón y Evita forjados por el gorilismo de los años 50, aquél que pintarrajeaba su odio en las paredes con la leyenda “Viva el cáncer”.
¿Qué fue lo que llevó a la candidata a solicitar esa visita, para colmo algunas horas antes del aniversario de la muerte de Eva? ¿ Intima coincidencia en el resentimiento contra Perón? ¿Cholulismo, ignorancia de la historia, búsqueda de una oportunidad fotográfica para reemplazar la que le negaron el Rey Juan Carlos y la Princesa Sofía?
La visita podría haber tenido algún justificativo si la hubiera impulsado un sentimiento reconciliatorio, pero la candidata de la Casa Rosada y su esposo y elector son la antítesis de la palabra reconciliación. Por otra parte, si ese fuera el caso, lo lógico sería que empezaran por casa.

Progresismo y espionaje


Una ilustrada reflexión del historiador y amigo Claudio Chaves, autor de El Perón Liberal.


¿LA PERICHONA MERECE UN RESTAURANTE?


María Ana Perichón, conocida vulgarmente como “la Perichona”, fue una mujer de pésima reputación en el Buenos Aires virreinal. Casada con Tomás O’Gorman, participaba junto a un reducido número de espías británicos, (Guillermo White, James Burke, Saturnino Rodríguez Peña, Aniceto Padilla) en eternas conspiraciones contra el poder español.

Rodeaban al grupo, en un círculo más amplio, hombres como Santiago de Liniers, Bernardino Rivadavia, Juan Castelli y Juan Martín de Pueyrredón.

Pretendían liberarse de España con la ayuda inglesa. No eran representativos, ni socialmente fuertes. Apenas una minoría mal vista. En vísperas de las invasiones inglesas, mostraron su juego.

El Virrey Sobremonte, al tanto de las andanzas del grupo y sospechando de la duplicidad de Liniers, desplazó a éste de sus funciones como responsable de la flotilla del Río y lo nombró en Ensenada, un cargo menor. El mismo Liniers retrasó su ingreso a la ciudad pese a ser llamado por Sobremonte y sólo lo hizo cuando Beresford se hubo apoderado del Fuerte.

Usó en la oportunidad, como salvoconducto, a su amigo O’Gorman y a la “Perichona”, en inmejorables relaciones con el inglés. Esa noche se realizó un banquete en honor del invasor al que asistieron Liniers, O’Gorman, la Perichona y el resto del círculo de amigos de Inglaterra.

Un dato para no olvidar es que mientras la Perichona confraternizaba con el invasor, Martina Céspedes, una criolla de agallas, junto con sus tres hijas procedía a detener soldados invasores (uno por uno, hasta llegar a doce). Vivía doña Martina en Humberto I frente a la Iglesia de San Telmo. Atendía un humilde negocio de venta de bebidas y alimentos. Hasta él llegaron los invasores aquella mañana del 5 de julio de 1807, ávidos de alcohol. Doña Martina, la criolla, los fue dejando pasar de a uno. De esta manera apresó a los doce. Tiempo después, el cabildo le concedió el cargo de Sargento Mayor con el derecho a usar uniforme.

Inmediatamente después de la Reconquista, Tomás O’Gorman huyó de Buenos Aires, dejando a su mujer. En esa situación, de abandono, la “Perichona” halló compañía en Liniers y devino en su ardiente consejera. En su casa se organizaban tertulias, se asignaban cargos públicos, prebendas, canonjías y se intercambiaba, naturalmente, información. Fue ella la que convenció a su maduro galán de firmar un nuevo acuerdo con Beresford, consistente en cambiar la rendición incondicional por otro más apropiado a la foja de servicios del arrojado General británico y, naturalmente beneficioso en caso de enfrentarse a un tribunal.

Por presión de Alzaga, quién afirmaba de la bella dama que “es el escándalo del pueblo” y que su casa se había convertido en “depósito de innumerables negociaciones fraudulentas; la que abrió huellas al extranjero para posesionarse de la ciudad e imponernos el dominio británico”, la Perichona fue expulsada de Buenos Aires y a poco de llegar a Río de Janeiro se hizo amante de Lord Strangford. Era un volcán la Petaquita (como la llamaba, en la intimidad, Liniers, su viejo amor).

Es a esta mujer a quien un sector del progresismo porteño ha decidido evocar gastronómicamente al bautizar con su nombre el restaurante del Centro Cultural Caras y Caretas, que opera con el patrocinio del Sindicato de Trabajadores de Propiedad Horizontal (SUTERH) y en su local gremial.

Llama doblemente la atención si recordamos que ese sitio ha sido y es una de las usinas del “progresismo antiimperialista”, y fue uno de los, digamos, centros intelectuales que dio letra al Licenciado Filmus en las últimas elecciones.

María Seoane y Felipe Pigna (Caras y Caretas) son dos intelectuales responsables de ese Centro y, o ignoran quién fue la Perichona, o, más allá de sus declamaciones antiimperialistas, no encuentran inconveniente en valorar figuras que, con fuertes apoyos externos, actuaron en contra de la Patria.

La criolla Martina Céspedes, patriota y dueña de un boliche colonial (no tan fashion como el de Caras y Caretas, claro) podría haber inspirado un justo nombre histórico para el restaurante. Significativamente, prefirieron el de la Pericona.

CLAUDIO CHAVES

20/7/07

Toiletgate

 
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Felisa es el nombre del nuevo y cómodo modelo de Banelco que ya está instalado en edificios públicos seleccionados. ¡No haga un viaje en vano!¡Modernícese! Evite las indiscretas y ordinarias bolsas de papel madera. ¡Pase a la virtualidad de una buena vez!





PARA LEER EN ESE LUGAR SAGRADO

Que las explicaciones de Felisa Micelli sobre el dinero olvidado en el excusado de su despacho eran puro verso, es algo que se encargó de afirmar el fiscal Marijuán. Pero antes de la despedida de la ahora ex ministra, mientras todavía la sostenían con gestos y palabras desde el Presidente hasta los Fernández, un colaborador espontáneo de este blog, Pon L. Flit, quiso escribir sus propios versos sobre ella. Pura literatura comprometida.



La mosca en el baño

¡Ay, Felisa! ¿Quién quiere hacerte daño
por descubrir que hay moscas en tu baño?
Cosa común la mosca en el toilette:
se encuentra suelta, en bolsa o attaché.

Fue bolsa en este caso. Y de papel.
Porque el Vuitton lo estaba usando él.
…Que la indemnización de Greco,… que Enargas…
queda mosca en el baño y te olvidás…

¿Fue el azar o De Vido lo que hizo
que la custodia te escrutara el piso,
abriera el placard justo y encontrara
la bolsa de la mosca? ¡Y lo contara!

El acta original llegó a Lanata
que dio la cifra exacta de la plata.
Te llamaste a silencio (cara hosca)
porque en boca cerrada no entra mosca.

Pero entró y vos armaste el embeleco
de la ayuda fraterna. “No es un seco
mi hermano –aseguraste-. Tiene pasta.
Es socio de Ginés. Me prestó y basta”.

Lo hizo por si las moscas...si hay boleto
de un inmueble que aún es un secreto
Porque ni a vos ni a Pacha les alcanza
para dar adelantos o fianzas.

Pese a tu tono dramático y discreto
el fiscal no compró lo del boleto:
allanó tu oficina, abrió cajones,
miró computadoras y sillones.

Como venía con orden de cateo
se llevó agendas y pidió videos.
Investiga el fiscal lo que dijiste
y las declaraciones que escribiste

en las que dibujabas tu pobreza.
¡Guarda, Felisa! La cosa está cambiando.
Y este cambio,
dice Cristina que recién empieza.

Pon L. Flit

19/7/07

Una familia muy normal


 



EL UNIPERSONAL DE LA SEÑORA DE KIRCHNER
SE REPRESENTÓ EN EL ARGENTINO DE LA PLATA



Ante un público constituido mayoritariamente por funcionarios públicos, Cristina de Kirchner presentó en el Teatro Argentino de La Plata su show unipersonal: El cambio recién empieza.

Para un televidente desprevenido, el espectáculo pudo, a primera vista, confundirse con la nominación de un candidato republicano o demócrata en los Estados Unidos. Sobre todo por las pretensiones escenográficas, por el papel picado, por las pantallas colgantes.
Pero una mirada más atenta descubría rápidamente diferencias significativas. La primera, la disciplina de las tribunas. En las convenciones estadounidenses, aún en las más atadas a un guión, la abigarrada presencia de delegados de geografías disímiles luciendo con orgullo sus banderas y emblemas produce un efecto de colorido y vivacidad que estuvo ausente en el Teatro Argentino. El afán de adaptar el conjunto del espectáculo a un formato televisivo y televisable, que evitara cualquier inquietante desborde de euforia o activismo, transformó el acto en una ceremonia menos emotiva que una convención de podólogos.
Pero la diferencia más notable con cualquier convención política, estadounidense o europea, asiática o latinoamericana, destinada a nominar un candidato presidencial residió en este aspecto: en otras latitudes los candidatos son nominados por sus partidos, surgen directa o indirectamente de la voluntad de los afiliados o, al menos, de los cuerpos orgánicos de una divisa. En este caso, no sólo la señora de Kirchner no fue elegida como candidata presidencial por los afiliados de ningún partido político, sino que jamás se exteriorizó en el escenario platense cuál era el partido que organizaba ese acto, bajo cuáles símbolos o en nombre de qué, invitada o auspiciada por quién la primera dama ocupaba ese podio y se presentaba como candidata presidencial. Nada en el escenario identificaba a una fuerza política que se responsabilizara por el lanzamiento.
En la coda de su pieza oratoria (dedicada, qué ironía, a opinar in extenso sobre consolidaciones institucionales), la señora de Kirchner se ocupó de revelar lo que todo el mundo sabe: que debe esa candidatura exclusivamente a la voluntad de su esposo, el presidente. Calificó el comportamiento de su conyuge como algo “absolutamente nada común”. "Tampoco se la crea -le dijo, rigoreándolo amorosamente- no es un héroe, pero tampoco es un hombre común, por más que Ud. tenga la sincera vocación de ser un hombre común, y no desde ahora, desde que lo conocí es un hombre fuera de lo común, absolutamente…No es normal, no es normal…"
En efecto: no hay en el mundo antecedentes de una intención sucesoria de características similares, concebida como una escena de la vida conyugal y consagrada ante cortesanos, funcionarios e invitados especiales. "Usted tiene Autoridad -halagó a su Elector Unico y cumplidor marido- pero no porque se enoje, sino por lo que hizo y por lo que hace". Lo que hacía en ese momento era regalarle una candidatura.
Favorecida por la abdicación de su marido, la primera dama consideró que debía dedicar su presentación en el Teatro Argentino a demostrar que es capaz de emplear el lenguaje articulado y que su extensa experiencia de más de una década como legisladora, diputada y senadora por Santa Cruz, constituyente, primera dama y senadora por la provincia de Buenos Aires, si bien desmiente a su marido cuando afirma que “Cristina es la única candidata nueva”, le otorga a ella la capacidad de memorizar (palabras, no cifras) y hablar por tres cuartos de hora sin consultar papeles.
El contenido del discurso único de La Plata tuvo elementos paradójicos. La señora, aparentemente identificada con “el cambio”, ante el aplauso de los funcionarios presentes, definió el cambio como continuismo: “El cambio –dijo, mirando al palco bandeja ocupado por el Presidente- significa continuar en la misma dirección”. La que ha fijado su marido.
Reivindicó asimismo un “discurso de género”, aunque aclaró que ella no está a favor de que las mujeres peleen con los hombres, ni (¡qué otra cosa decir en esa feliz circunstancia!) las esposas con sus maridos. En un párrafo que algunos interpretaron como un homenaje a la (ausente) ex ministra Felisa Miceli, reivindicó la capacidad femenina de “prodigarse en simultáneo en lo público y lo privado”.
La primera dama y candidata reivindicó lo que definió como “recuperación de la institucionalidad democrática” y, en ese marco, destacó el comportamiento ejemplar de los bloques legislativos oficialistas, aludiendo (si bien prefirió no explicitarlo) a la cesión de atribuciones del Congreso al Poder Ejecutivo, que ellos facilitaron.
Señaló la señora de Kirchner que el “modelo económico” actual “debe institucionalizarse” para evitar que un próximo gobierno pueda introducir modificaciones. Aunque no entró en detalles, seguramente la primera dama se refería, entre otros aspectos, a mantener las retenciones a las exportaciones y la apropiación por el poder central del total de su recaudación así como de la mayor parte del impuesto al cheque o a conservar el actual esquema de coparticipación federal y los sobreprecios en obras públicas, alentar la inflación real y reprimirla en los papeles manipulando las muestras del INDEC, tergiversar las estadísticas sobre pobreza e indigencia, etc.
En una alusión histórica al peronismo, la señora de Kirchner trazó una comparación con el proceso económico de Brasil y los primeros gobiernos de Juan Perón: manifestó su preferencia por “la burguesía brasileña” antes que por el proceso peronista “de sustitución de importaciones”. También se refirió negativamente al gobierno peronista de los años 90 (“neoliberal”). Si bien dedicó mucho tiempo a hablar sobre “el modelo económico”, no hizo ningún comentario que vinculara el desarrollo de la burguesía brasileña que ella dijo admirar con la situación social de ese país y la condición de miseria y marginalidad en que ha vivido (y aún vive) una alta proporción de la sociedad brasilera.
A diferencia de tantos discursos de campaña de su esposo en las presidenciales de 2003, la señora de Kirchner no empleó en el acto del jueves 19 demasiadas alusiones al tema corrupción.
Tras los tres cuartos de hora de discurso de la primera dama y candidata, el papel picado y la iluminación dispararon sus señales de moderada alegría y contenido júbilo, mientras un comentarista televisivo apuntaba que se había asistido a “un acto sin marcha y sin símbolos peronistas” y otro agregaba que “los militantes que vinieron se quedaron en la calle”.
En el palco bandeja, el Presidente todavía miraba orgulloso a su alrededor. A su lado, aprovechando un descuido de Daniel Scioli, el ministro del Interior, rápido para interpretarlo, expresó en voz alta lo que Kirchner había dicho con los ojos: “Esta Cristina es un cuadrazo”.


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COMENTARIO SOBRE LAS IDEAS DE LA PRIMERA DAMA
DE UN AMIGO QUE PREFIERE LA DISCRECION





Acerca del discurso de Cristina que es Kirchner, pero también Fernández


EL “CAMBIO QUE RECIÉN EMPIEZA” SE APOYA EN
TRES ENDEBLES Y FALACES “CONSTRUCCIONES BASALES”




“Tenemos un país que, a pesar de todo no han podido destruir, rico en hombres y rico en bienes.(...) En el final de este camino está la Argentina potencia, en plena prosperidad con habitantes que puedan gozar del más alto standard de vida, que la tenemos en germen y que sólo debemos realizarla. (...) La inoperancia en los momentos que tenemos que vivir es un crimen de lesa patria. Los que estamos en el país tenemos el deber de producir por lo menos lo que consumimos. Esta no es hora de vagos ni de inoperantes. (...) Dios nos ayude si somos capaces de ayudar a Dios. La oportunidad suele pasar muy quedo, guay de los que carecen de sensibilidad e imaginación para no percibirla”. Juan Domingo Perón, 1 de mayo de 1974


En el Teatro Argentino de La Plata, el jueves 19 de julio (justo una semana antes del aniversario de la muerte de Evita) se lanzó la candidatura presidencial de Cristina que es Kirchner pero también Fernández, designada tal por la voluntad propia y de su esposo, el actual presidente, Néstor Kirchner y avalada por un público en el que eran amplia mayoría los funcionarios de los gobiernos de la Nación, las Provincias y los Municipios, quienes ocuparon sus butacas después de atravesar un riguroso control de sus invitaciones personales y obraron con la disciplina propia derivada de ser paniaguados del beneplácito del matrimonio presidencial.
En los 45 minutos en los que habló Cristina que es Kirchner pero también Fernández, casi no mencionó a Juan Domingo Perón o a Eva Perón y antes y después de su discurso no se escucharon el Himno Nacional Argentino ni la Marcha Los Muchachos Peronistas, reemplazados por una cumbia dedicada a la candidata.
El discurso de la única oradora del prolijo show giró en torno “de las 3 construcciones basales de estos 4 años y sobre las que vamos a construir los próximos” que son las siguientes:
* “la consolidación del Estado democrático y de sus instituciones”,
* “el modelo económico productivo de acumulación con inclusión social” y
* “el cambio cultural fundado en la recuperación de la autoestima de los argentinos”.

Hemos de examinar los vínculos con la realidad que tienen esas tres “construcciones basales” sobre las que Cristina que es Kirchner pero también Fernández, se propone realizar esa llamativa contradicción en los términos que es el cambio mediante la continuidad o la continuidad mediante el cambio, con la que el matrimonio presidencial quiere seguir gobernando la Argentina en los próximos cuatro años.

“La consolidación del Estado democrático y de sus instituciones”
Respecto de este punto comenzamos recordando que entre las condiciones que deben reunir un Estado democrático y sus instituciones para ser tales, está que quienes les conducen cumplan y hagan cumplir todas las leyes a todos.
Para que pueda hacer efectiva esa misión esencial – asegurar a todos la libertad imponiendo a todos la obediencia a la ley – y para que provea a su defensa, la sociedad le asigna al Estado el uso monopólico de la fuerza, a fin de que, en los casos en que sea preciso, la aplique con prudencia y como ultima ratio, conforme lo que dispongan las leyes y reglamentos que regulen su uso.
Este principio elemental que hace a la naturaleza básica del Estado democrático – en verdad, de todo Estado – fue expresado con verdad, belleza y precisión por el poeta Leopoldo Marechal en su Heptamerón, cuando señaló:

“Recordarás, Josef, que tu Padre de arriba
gobierna con dos manos:
con la mano de hiel de su Rigor
y la mano de azúcar de su Misericordia.
Si asumes el poder, usa las dos,
ya la dura o la blanda, según tu inteligencia
Josef, el que gobierna con una mano sola
tiene la imperfección de un padre manco”.

De ahí que sea impropio – y no del todo cierto - que Cristina, que es Kirchner pero también Fernández, reivindique como una virtud que todo lo que hicieron ella y su esposo desde el gobierno “lo hemos hecho sin aporrear, sin palos", obrando así con lo que Marechal criticaría como “la imperfección de un padre manco”, sin que deba tomarse esto como una ironía alusiva a la actual política bonaerense.
Decimos que la reivindicación del “pacifismo” que se hace en el discurso analizado no es del todo cierta porque hubo varios casos en estos cuatro años en los que sí hubo palos y aporreados, como por ejemplo los ciudadanos santacruceños cuando manifestaron su oposición al gobierno provincial, teledirigido primero y después obligado a renunciar desde la Casa Rosada.
Pero. sobre todo, lo consideramos impropio por cuanto, al decir lo que dijo, Cristina que es Kirchner pero también Fernández, quiere mostrar como virtuoso el hecho que, ante ciertos actores sociales y en determinadas circunstancias, ella y su esposo, que detentan la circunstancial conducción del Estado, hayan aceptado y dejado impunes acciones violatorias de las leyes, negándose a impedirlas mediante el uso de los legítimos recursos de fuerza de los que el Estado tiene el monopolio, dado a él por decisión de la sociedad que busca así preservar su libertad y su seguridad.
Por mencionar un ejemplo, avalaron los actos ilegales de “piqueteros” amigos del gobierno – llegando al extremo de designarlos en altos cargos en el Estado – e impidieron el uso legítimo y prudencial de la fuerza por parte de las policías y fuerzas de seguridad del Estado, para prevenir y, llegado el caso, reprimir los actos ilegales que estos cometen, lo que lejos de “consolidar el Estado democrático y sus instituciones”, supone abdicar de una de las misiones esenciales que dan razón de ser al Estado.
Más grave aún, esa renuencia a que el Estado use todos sus recursos legales y legítimos para asegurar que todos cumplamos todo lo que disponen todas las leyes, puede ser el fundamento teórico – político de la manifiesta incapacidad del kirchnerismo para brindar seguridad a la vida, la libertad y la propiedad de las personas, lo que explica que la inseguridad esté a la cabeza de la preocupación ciudadana, según lo indican todas las encuestas a las que son tan afectos quienes están en la cúpula gubernamental actual.
Por lo demás, en los 45 minutos que duró su discurso, Cristina que es Kirchner pero también Fernández no dedicó ni un solo segundo a dar alguna explicación acerca del “bañogate” – tal la denominación que da la prensa mundial al bochornoso episodio que provocó la renuncia de la ministro de Economía, Felisa Micelli – o de las otras acusaciones judiciales por actos de corrupción que alcanzan a altos funcionarios y sobre todo funcionarias de su gobierno, episodios que difícilmente puedan tenerse como muestras de “la consolidación del Estado democrático y de sus instituciones”.
También explicó Cristina que es Kirchner pero también Fernández que uno de los núcleos de esta primera “construcción basal” establecida por su esposo y por ella, fue haber impulsado y logrado la derogación de las leyes de obediencia debida y punto final sancionadas por el Congreso de la Nación y promulgadas por un Presidente constitucional, en ambos casos de forma plenamente legítima y legal y la derogación de algunos de los indultos otorgados por otro Presidente constitucional, también en forma del todo legal y legítima.
No compartimos la validez, justicia, oportunidad y significado de esas decisiones políticas y legislativas del matrimonio gobernante y sus adláteres, que buscan castigar a los acusados de haber cometido delitos calificados de “terrorismo de Estado” y dejar impunes a quienes podrían ser acusados de cometer delitos semejantes en el ejercicio de lo que llamaremos – a falta de un término mejor – “terrorismo privado”.
Es dolorosamente cierto que en décadas pasadas, el terrorismo “privado” y el terrorismo de “estado” montaron una monstruosa pinza que ensangrentó la Patria y quitó la vida a miles de argentinos.
Pero, a diferencia de lo que viene haciendo el actual gobierno, entendemos que lo mejor que puede hacerse respecto de ese pasado es atender a Perón, quien en 1973 exhortaba “a todos mis compañeros peronistas para que, obrando con la mayor grandeza, echen a la espalda los malos recuerdos y se dediquen a pensar en el futuro de la Patria, que bien puede estar desde ahora en nuestras propias manos y en nuestro propio esfuerzo”.
Las discrepancias hasta aquí expuestas entran en el ámbito opinable de las opciones políticas, pero resulta una desmesura insostenible e inaceptable la afirmación de Cristina que es Kirchner pero también Fernández, según la cual con esas decisiones se avanzó hacia “la consolidación del Estado democrático y de sus instituciones”.
¿Acaso de Uruguay o Chile, por sólo mencionar ejemplos de dos países vecinos en los que se siguió en este tema un camino por completo diferente al que estableció el matrimonio presidencial en la Argentina, puede decirse que no consiguieron “la consolidación del Estado democrático y de sus instituciones”?.
Además, corresponde recordar que el ahora matrimonio presidencial, en los años de plomo, se alejó de toda actividad militante y fueron a ganar plata a Santa Cruz, actuando como abogados ejecutores de los deudores hipotecarios agobiados por la usurera Circular 1050 de la dictadura.
Cierto es que en ese trágico período de nuestra historia reciente, quienes vivíamos en Argentina tratamos de sobrevivir como pudimos y que la opción que tomaron Cristina, que es Kirchner pero también Fernández y Néstor, que es Kirchner y no Fernández, pudieran no merecer otro reproche que el de haberse aprovechado de una norma usuraria para su propio beneficio.
Pero no es menos cierto que Cristina que es Kirchner pero también Fernández y Néstor que es Kirchner y no Fernández, dado ese antecedente, no tienen autoridad para pretender hacer un juicio moral al presidente Carlos Menem por haber resuelto indultar a los jefes de las organizaciones armadas que ejercieron el terrorismo contra el gobierno democrático que presidieran Juan Perón y María Estela Martinez de Perón y a los militares, policías y otros funcionarios del Estado que los combatieron, también mediante actos terroristas.
Entre otras razones porque, a diferencia de ellos, Carlos Menem sí sufrió en forma personal y directa la cárcel y las torturas de ese régimen dictatorial, algunas de cuyas normas fueron usadas por el matrimonio presidencial para hacerse ricos.
Se puede criticar el camino tomado por Raúl Alfonsín y Carlos Menem en la búsqueda de la pacificación y la reconciliación nacional a través de las leyes de obediencia debida y punto final y de los indultos, cuestionar que esas disposiciones hayan servido efectivamente para alcanzar ese noble propósito, discrepar con esas decisiones políticas y buscar modificarlas por los medios que ofrecen la Constitución Nacional y las leyes.
Lo inaceptable es suponer y afirmar que aquellas decisiones debilitaron al Estado democrático y a sus instituciones y que las tomadas en estos cuatro años los consolidaron.

Debe señalarse también que no contribuye a “la consolidación del Estado democrático y de sus instituciones” el hecho que la candidatura de Cristina que es Kirchner pero también Fernández haya sido decidida por ella y por su esposo y que, al igual que todos los otros candidatos y candidatas a la Presidencia de la Nación que hasta ahora anunciaron que se presentarán en los comicios de octubre próximo, su proclamación no surgió de elecciones internas en los partidos políticos, que es lo que establece la Constitución Nacional y lo que indica el sentido común en un régimen democrático que merezca tal nombre.
Por tanto, es faltar a la verdad más evidente decir que en la Argentina de hoy tenemos un Estado democrático con instituciones consolidadas, cuando no hay un solo partido político nacional en el que sus afiliados puedan decidir en elecciones internas cual es su línea política y su plataforma y quienes son sus dirigentes y sus candidatos.
Tan falaz como pretender que el cambio de composición de la Corte Suprema, los manejos arbitrarios en el Consejo de la Magistratura y la acción disciplinaria que las duplas Daniel Scioli – Miguel Pichetto y Alberto Ballestrini – Agustín Rossi cumplen en el Senado y en la Cámara de Diputados de la Nación, tienen algo que ver con la independencia que deben tener los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial en una república democrática.
Por lo demás, consolidar el Estado democrático y sus instituciones implica respetar y hacer respetar el régimen federal de gobierno que establece la Constitución Nacional y que el actual gobierno debilitó a grados extremos, lo que se reiteró en el acto del Teatro Argentino, donde pudo verse el triste espectáculo de gobernadores provinciales reducidos a una obediencia indebida y cumpliendo el papel de humildes mendicantes del favor presidencial, para obtener los fondos que requieren para el funcionamiento de sus Provincias, en la total negación del más elemental federalismo, que fue la realidad cotidiana de los últimos cuatro años.
En tanto no se restablezcan criterios de equidad que hoy no existen y no se elimine la arbitrariedad con la que hoy obra el poder central en la distribución de los recursos públicos entre la Nación y las Provincias, no habrá entre nosotros un verdadero federalismo y la omisión de este tema en el discurso de Cristina que es Kirchner pero también Fernández, coherente con el desinterés que mostró acerca de este asunto en su actuación en el Senado de la Nación, permiten suponer que lo que propone es la continuidad de la negación del federalismo para el próximo cuatrienio.
Todo lo expuesto hace suponer que para Cristina que es Kirchner pero también Fernández, “la consolidación del Estado democrático y de sus instituciones” apenas consiste en que su esposo, pese a haber accedido a la Presidencia en unas elecciones que perdió y en las que sólo tuvo el 22% de los votos, la haya podido ungir candidata presidencial merced al poder que, por medios non sanctos, acumuló en estos cuatro años, lo que equivale a suponer que el Estado democrático y sus instituciones se reducen al poder del matrimonio presidencial.

“El modelo económico productivo de acumulación con inclusión social”
El éxito de lo que Cristina, que es Kirchner pero también Fernández, definió como “modelo económico productivo de acumulación con inclusión social” y al que le atribuye una potencia demiúrgica decisiva para hacer que la gente tenga una buena o una mala vida, tiende a convertirse en una verdad axiomática, incluso para algunos que se dicen opositores al matrimonio gobernante.
Pero yendo de las palabras a la realidad - ¿podremos escribir aquello de que esa es la única verdad sin incurrir en un tópico? – se constata que la acumulación que aporta ese modelo es endeble y su capacidad de inclusión, por decir lo menos, escasa.

Como es bastante sabido, los pilares que sus apologistas reconocen en el modelo son un tipo de cambio alto, superávit fiscal primario, superávit comercial (el tan llevado y traído superávit gemelo) y desendeudamiento, considerando como tal el pago que se hizo al Fondo Monetario Internacional; combinación que sería el factor decisivo en las altas tasas de crecimiento que registró el Producto Bruto Interno de la Argentina en los últimos cuatro años.
En verdad, si Kirchner (Néstor, el que no es Fernández) pudo evitar que la mayoría del pueblo argentino decidiera echarlo a patadas de la Casa de Gobierno a poco de que entrara en ella, fue por el extraordinario nivel de demanda y precio que alcanzaron en el mundo las materias primas (commodities), en especial oleaginosas y cereales como la soja, el girasol, el maíz y el trigo; que son nuestros principales bienes transables, los que producimos en abundancia.
Ese ciclo de la economía internacional extraordinariamente favorable para las exportaciones argentinas, traccionado sobre todo por la demanda de materias primas de China, India y otros países asiáticos; es lo que posibilitó para la Argentina una excepcional acumulación de riqueza y el gobierno que preside Kirchner (Néstor, el que no es Fernández) se apropió de una parte de ella, sobre todo mediante las retenciones a las exportaciones y el impuesto al cheque, gabelas distorsivas que no coparticipa con las Provincias.
Merced a un uso desprejuiciado, constante y riguroso de todos los muchos instrumentos de decisión (formales e informales, legales, paralegales y hasta ilegales) de los que dispone el presidente de la Nación en el sistema institucional argentino, Kirchner (Néstor, el que no es Fernández) aplicó de forma centralizada y arbitraria esos cuantiosos fondos públicos a comprar cómplices y desalentar oponentes, apelando a la dádiva o a la intimidación y así estableció un modelo político de acumulación de poder personal, con exclusión de adversarios y/o disidentes.
La acumulación, que se tradujo en las tasas de crecimiento que tuvo el Producto Bruto Interno (PBI) en el último cuatrienio, se basó en el alza de la demanda y de los precios que registra el mercado mundial para nuestras commodities exportables y la consecuente expansión de las actividades vinculadas a su producción y comercialización, en la aplicación de una parte de los recursos del Estado nacional obtenidos por los insólitos impuestos a esas exportaciones para financiar algunas obras públicas y construir viviendas (donde también hay inversión privada) y en la elevación relativa del consumo interno general por impulso de esos factores de crecimiento.
Así fue que en estos cuatro años, el gobierno de Kirchner (Néstor, el que no es Fernández) orientó parte de los recursos aportados por la extracción y exportación de commodities a aumentar la demanda interna, lo que reactivó a ciertas actividades económicas sólo destinadas al mercado local (verbigracia, la construcción) y algunas industrias que pueden operar en el mercado interno, pero que carecen de posibilidades estructurales de acceder a los niveles de productividad, eficiencia y competitividad que se requieren en el mercado globalizado de hoy.
El aumento de la demanda interna y la reactivación económica de acotadas características antes descriptas llevaron a la actual saturación de la capacidad productiva y la infraestructura (sobre todo energética) instaladas – cuyas potencialidades eran debidas, en gran parte, a las altas tasas de inversión que hubo en la denostada década de 1990 – con lo que, dada la ausencia de un nivel de inversión suficiente, creció la tasa de inflación que, a pesar de la distorsión de los índices oficiales mediante la intervención en el INDEC, llega a niveles que triplican al promedio actual de la inflación mundial.
El gobierno, para tratar de moderar el impacto social de esa situación, además de mantener e incluso aumentar las retenciones a las exportaciones a fin de contener el precio interno de los alimentos en términos de valor – salario, busca intervenir en la formación de los precios internos, sobre todo los de los bienes de la economía que componen la canasta familiar, en la búsqueda de su ficticio congelamiento, a través de acuerdos explícitos y controles más o menos encubiertos de esos precios, cuya inconsistencia está probada por la realidad.
En otros términos, el “modelo económico productivo” del actual gobierno y cuya continuidad es el cambio que propone Cristina que es Kirchner pero también Fernández, se apoya en los siguientes ejes, que son a la vez equívocos y extemporáneos:

* Mantener el superávit de nuestro comercio exterior casi exclusivamente mediante un tipo de cambio alto que valora los excedentes que proporciona el ciclo extraordinariamente favorable que hay en el mundo para los bienes primarios destinados a la exportación, producidos merced a nuestra formidable capacidad extractiva.
* Mantener el superávit fiscal primario mediante las retenciones a la exportaciones de commodities, que permiten al gobierno nacional hacerse de cuantiosos recursos no coparticipables con la Provincias y mantener cierto control sobre el precio interno de algunos alimentos, aunque desalienten la potencialidad productiva de varias cadenas agroalimentarias; a lo que se suman otros tributos distorsivos y de los que no participan las Provincias, como el impuesto al cheque.
* Orientar la inversión pública en infraestructura y otros recursos económicos del estado a favorecer a ciertas empresas “amigas”, que practican un desprolijo e ineficiente capitalismo prebendario.
* Sostener una obsoleta estrategia de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), que pudo ser adecuada en las condiciones que existían en el mundo y en el país en las décadas de 1940, 1950 y 1960, pero que ya había dejado de ser apropiada en la década de 1970, cuya continuidad llevó a que la de 1980 fuera “la década perdida” y que pretender revivirla estando cerca de terminar la primera década del siglo XXI es un anacronismo insostenible.
* Contener la inflación mediante sistemas de acuerdos y controles de precios, cuya ineficacia es sabida, tratando de disimular el hecho que la sensación inflacionaria (que es la que se registra en el bolsillo de los consumidores) es mucho más alta que la temperatura inflacionaria (la que consignan los falseados indicadores oficiales), contener acotadas las demandas de aumentos de salarios y congeladas las tarifas de los servicios cuyo sinceramiento podría ocasionar reacciones sociales y hasta electorales adversas al gobierno.

Para poner a la Argentina en armonía con la evolución de la historia, se requiere reemplazar a este modelo por otro de acumulación sustentable, que continúe y acentúe el aprovechamiento de nuestras posibilidades extractivas de commodities en las condiciones favorables que hoy ofrece el mercado mundial, pero que le sume el diseño y la aplicación de políticas de Estado que promuevan una nueva Industrialización por Exportaciones Diferenciadas (IED) y abandonar definitivamente los devaneos neodesarrollistas que pretenden reinstalar la ISI.
Poner en marcha esa estrategia de Industrialización por Exportaciones Diferenciadas (IED) requiere establecer un clima amigable para que la inversión local y externa destine recursos a aprovechar en plenitud las oportunidades de negocios que aquí existen, creando y consolidando empresas en las cadenas de valor dedicadas a procesar industrialmente y a vender en todos los mercados los bienes y servicios en los que tenemos ventajas comparativas, que pueden convertirse en ventajas competitivas (alimentos, biocombustibles, minería, forestación y sus industrias derivadas, bienes culturales, etc.), empleando en esas actividades la destreza de nuestro pueblo en sistemas de trabajo organizado y aplicando las innovaciones tecnológicas necesarias para que nuestra oferta de bienes y servicios pueda alcanzar las condiciones de cantidad, calidad y precio que demandan los mercados globales.


Es evidente que ese sólido y verdadero“modelo económico productivo de acumulación con inclusión social” no es el que se aplicó en estos últimos cuatro años y si se mantiene el rumbo de continuidad, que es el único cambio anunciado por Cristina que es Kirchner pero también Fernández, los argentinos estaremos condenados a un destino similar al que tuvieron, por mencionar un ejemplo, la mayoría de los países productores de petróleo que, no obstante los cuantiosos ingresos a los que vienen accediendo por el alza constante del precio internacional de los hidrocarburos que se registra desde hace más de 30 años, no fueron capaces de modificar sustancialmente su situación de atraso relativo y la baja calidad de vida de sus pueblos.
Por lo demás, pese a las declamaciones oficiales, este “modelo económico productivo de acumulación” no genera inclusión social, lo que se puede constatar teniendo en cuenta unos pocos datos oficiales de diciembre de 2006, que sobre todo por los bajos ingresos que perciben los trabajadores ocupados y el alto nivel de clandestinidad y precarización laboral y en el marco de cinco años de crecimiento del PBI, daban cuenta de que:

* casi el 80% de los hogares argentinos no reúne el ingreso correspondiente al valor de la canasta familiar ($2.513 mensuales),
* prácticamente el 90% del total de los hogares tienen ingresos que están por debajo del consumo promedio del hogar argentino ($3.100 mensuales),
* el 60% de la población laboral tiene ingresos inferiores a la línea de pobreza.

Esta “exclusión social” que trajo consigo el “modelo económico productivo de acumulación” de cuya continuidad promete hacerse cargo Cristina que es Kirchner pero también Fernandez, como es obvio, nada tiene que ver con la justicia social que propone el peroniosmo.
Mutatis mutandi, este “modelo económico productivo de acumulación con inclusión social” que Kirchner (Néstor, el que no es Fernández) y Cristina (que es Kirchner pero también Fernández) aplicaron en los últimos cuatro años y quieren seguir aplicando en los cuatro años por venir, evoca como farsa y sin ninguno de los muchos episodios de grandeza que hubo entonces, al proceso que la Argentina conoció entre 1880 y 1916.
Como entonces, se registra ahora un ciclo internacional extraordinariamente favorable para la exportación de “commodities” argentinas, aunque la soja haya reemplazado a las carnes y China a Gran Bretaña.
Como entonces, las candidaturas presidenciales se eligen ahora en ámbitos reducidos y sin participación de la ciudadanía, aunque ha de reconocerse que el Senado de la Nación, la Liga de Gobernadores y hasta la Cámara de Comercio Argentino – Británica eran espacios más amplios que la alcoba matrimonial de los Kirchner – Fernández.
Como entonces, también ahora la acumulación de riqueza debida al aprovechamiento de las capacidades extractivas de nuestro territorio se concentra en quienes detentan el poder político y en algunos empresarios amigos, sin que la “inclusión social” llegue a los sectores más humildes, aunque ha de reconocerse que el efecto “derrame” era infinitamente más amplio entonces que ahora.
Como entonces, también ahora el descontento social y político del pueblo van creciendo y surgen consignas que reclaman justicia social, libertad económica y soberanía política, prenunciando que, de seguir así las cosas, la celebración del Segundo Centenario del 2010 estará rodeado de tantos conflictos como lo estuvo la del Primer Centenario, en 1910.


Hay que decir que a diferencia con lo que sucede en los últimos cuatro años, la acumulación que tuvo la Argentina entre 1880 y 1916 financió la epopeya de construir un país moderno, en el que nacían grandes ciudades (La Plata, como lo recordó Cristina que es Kirchner pero también Fernández en el Teatro Argentino de esa ciudad y también Bahía Blanca, Rosario y otras), se instalaban infraestructuras adecuadas que funcionaban bien (ferrocarriles, telégrafos, rutas, electricidad, etc.), se ocupaba en plenitud nuestro territorio y se mantenían buenas relaciones con todos los países del mundo; logros todos que son exactamente la contracara de lo que hoy sucede.
Cierto es también que no podría compararse la grandeza de Julio Argentino Roca con la pequeñez de Kirchner (Néstor, el que no es Fernández), pero pueden notarse ciertas similitudes entre Cristina que es Kirchner pero también Fernández con Miguel Juárez Celman, quien, vale recordarlo, era pariente de Roca y debió renunciar en 1890 tras la llamada Revolución del Parque, que elevó a la primera magistratura al vicepresidente, Carlos Pellegrini (Dios nos libre de Cobos).
En suma y en síntesis, en este “modelo económico productivo” la acumulación es endeble y la inclusión social inexistente.

“El cambio cultural fundado en la recuperación de la autoestima de los argentinos”
Aunque valoró a esta que denominó “construcción cultural” como la más importante de las tres, fuera de afirmar que se funda en “la recuperación de la autoestima, que los argentinos habíamos perdido”, no fue para nada precisa en definir en que consiste o en que se constata esa supuesta revolución cultural del kirchnerismo.
Una primera observación sería que el diagnóstico según el cual los argentinos habíamos perdido nuestra autoestima, considerando el estado de ánimo general del pueblo (con perdón de la palabra), no parece corresponderse con la realidad.
Valdría recordarle a Cristina que es Kirchner pero también Fernández, que aún en las instancias recientes de crisis más hondas que vivió el país, para nada puede considerarse que fuera una baja autoestima lo que prevalecía en el ánimo popular.
Por caso, la consigna “que se vayan todos” que tanto se extendió en diciembre de 2001, no parece que sea expresiva de una pérdida de autoestima popular, sino el signo de la desestimación popular a los gobernantes y en general a los dirigentes.
Sólo quien se sienta parte constituyente de la élite dirigente de la Argentina y que desde ese lugar lea a la realidad con un enfermizo y complaciente autismo – que podría ser el caso de Cristina que es Kirchner pero también Fernández -, puede creer que esa y otras manifestaciones del estado de ánimo popular suponen una pérdida de la autoestima.
Por lo demás, como sucede con las partidas de ajedrez, a veces las verdaderas características de la cultura de un pueblo suelen ser mejor comprendidas por quienes las miran desde afuera que por quienes las ven desde adentro.
En esta perspectiva, es probable que el testimonio de la mayoría del millón y medio de argentinos que aún viven fuera de nuestro país nos dijera que los extranjeros distan de considerar a la baja autoestima como una de las facetas del carácter de los argentinos, sino antes bien todo lo contrario.
De hecho, es sabido que una muchos de los “chistes de argentinos” que se cuentan en los países donde hay colonias de connacionales giran en torno de nuestra desmedida autoestima. Por caso ese tan conocido según el cual el mejor negocio es comprar a un argentino por lo que vale y venderlo por lo que él cree que vale.

No obstante, considerando que Cristina que es Kirchner pero también Fernández, en algún tramo de su exposición subrayó la importancia de la economía y en ninguno brindó ejemplos del modo en el que ese cambio cultural obró en la subjetividad del imaginario de los argentinos, podría ser válido mencionar un indicador cuantitativo que lleva a dudar de la existencia misma de ese pregonado “cambio cultural”.
Por ejemplo, que la mayor parte de cientos de miles de millones de dólares – incluyendo los obtenidos por la Provincia de Santa Cruz por regalías hidrocarburíferas durante la Gobernación de Kirchner y la Presidencia de Menem – de ahorros argentinos colocados fuera del país, aún no hayan vuelto a la Argentina.
Aunque podría ser que el hecho que esos fondos sigan en el exterior sea una señal de autoestima de los argentinos que los poseen, en cuanto no quieren arriesgarlos trayéndolos de vuelta a la Argentina que gobiernan los Kirchner.
En suma, no tiene fundamentos afirmar que el gobierno Kirchner produjo un cambio cultural que permitió a los argentinos recuperar su autoestima pérdida dado que ni hubo cambio cultural, ni la autoestima de los argentinos se había perdido.
Por nuestra parte creemos que el cambio cultural que se preciso producir en la Argentina, que aún está pendiente, es el que lleve a restaurar en nuestra comunidad los valores esenciales que nos permitieron llegar a ser Nación y que están hoy debilitados, entre los que destacan:

* el respeto a la dignidad de la persona,
* la vigencia del derecho a la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural,
* la defensa de la familia nuclear, ámbito esencial de la construcción de la identidad, la educación y la adquisición de valores,
* restablecer la convicción de que sólo podemos ser libres si somos esclavos de la ley
*
asumir que el ejercicio de los derechos conlleva el cumplimiento de deberes que van desde los comportamientos cotidianos que hacen a una buena convivencia (cumplir las normas de tránsito seamos automovilistas, ciclistas, motociclistas o peatones; no ensuciar los espacios públicos y cuidar su limpieza; respetar al vecino; hacer bien el propio trabajo; etc.) hasta los que son propios de la condición de ciudadanos ( pagar en tiempo y forma los impuestos y servicios, exigir la buena administración y prestación de los mismos, asumir con responsabilidad una opción política y respetar las opciones diversas de otros, dialogando con ellos, no ser cómplices del clientelismo, ser críticos de nosotros mismos y de las autoridades que elijamos, etc.),
* recuperar la cultura del trabajo y del esfuerzo, haciendo realidad que el destino universal de los bienes y el derecho a apropiarse de los mismos, conllevan el derecho-deber de producirlos, es decir, el derecho-deber del trabajo,
* volver a hacer que los únicos privilegiados en nuestra sociedad sean los niños, los ancianos y los enfermos, dada su situación relativa de debilidad,
* reconocer en la justicia – que no se agota en su visión contractual sino que se abre a los horizontes de la solidaridad y del amor - el valor que permite armonizar la completa desigualdad de cada individuo en tanto ser único e irrepetible y la completa igualdad con que fuimos creadas todas las personas.

18/7/07

Un estudio mundial sobre corrupción e inseguridad jurídica enoja a los K


EL GOBIERNO PIERDE EN LA
COMPARACION CON LOS NOVENTA



Ana Barón, la aguda corresponsal de Clarín en Washington, informa el miércoles 17 de julio del resbalón que unos días antes perturbó al representante de Néstor Kirchner ante el Banco Mundial, Alberto Camarassa. Sucede que el funcionario se quejó a las autoridades del Banco por un reciente informe técnico (Governance Matters, 2007) que exhibe a la Argentina cayendo por tercer año consecutivo en materia de corrupción. La periodista apunta con fina ironía que Robert Zoellick, el Presidente del BM, recibió la carta de Camarassa “en vísperas de la renuncia de Miceli", cuando los diarios del mundo ya hablaban del toiletgate y “con todos los problemas del INDEC sobre la mesa”. Un mal momento.
El trabajo que molestó al gobierno argentino es la actualización de un vastísimo informe, que un equipo de especialistas conducido por Daniel Kaufmann, destacado investigador del Instituto del Banco Mundial, viene desarrollando desde hace más de una década. El estudio analiza la situación de 212 países en relación a 6 variables: control de la corrupción; seguridad jurídica; calidad regulatoria; eficacia del Gobierno; estabilidad política; y libertad de expresión.
El gobierno de Kirchner exhibe fuertes caídas en todas las materias, salvo (curiosamente), libertad de expresión, único rubro en el que consigue una nota parecida a la que Argentina obtenía en 1998. En todos los otros aspectos el descenso es notable. La medición de los investigadores del BM revela que el “control de la corrupción” en la Argentina cayó sensiblemente si se compara con rl gobierno de Carlos Menem. Para 1998, el país figuraba con un valor del 58,5 por ciento, en el 2004 había descendido al 42,9 por ciento , en el 2005 al 39, 2 por ciento y el último año estaba en 37,1 por ciento, notablemente por debajo de la media de América Latina y ocupando el décimo puesto del ranking regional. –
El estudio muestra asimismo que hubo un marcado retroceso en materia de seguridad jurídica. En 1998, el indicador marcaba 64,9 por ciento, mientras que en el 2005 superaba apenas el 30 por ciento y en 2006 había bajado aún de esa mezquina marca, para ocupar el noveno puesto entre los países latinoamericanos.
La “calidad regulatoria” del Estado es hoy tres veces más baja que durante la década del 90. En 1998 la marca superaba los 70 puntos; hoy llega a gatas a los 20 puntos, con los que Argentina se ubica en el puesto número 15 en la región, sólo por encima de Bolivia, Ecuador y Venezuela.
En fin, en la materia “eficacia del Gobierno” el descenso por comparación con la “década maldita” no es menos significativo. Mientras en 1998 el estudio asignaba a la Argentina 74,3 por ciento, tanto en 2005 como en 2006 la marca ha descendido por debajo del 50 por ciento (entre 42 y 46).
El sospechoso moralismo verbal con que este gobierno y sus apologistas cargaban maliciosamente su dedo índice para acusar a los 90, queda cruelmente iluminado por el trabajo del organismo internacional. Y debe tomarse en cuenta que las cifras del estudio registran la situación del año 2006, cuando todavía una atmósfera de inmunidad parecía proteger al régimen kirchnerista y muchas denuncias se omitían o eran silenciadas, fuese por miedo, por interés o por, digamos, prudencia.
Podemos imaginar lo que mostrarán las cifras del año próximo, las que registren los hechos de este 2007, en cuya primera mitad ya saltaron a las primeras planas y a los Tribunales casos como Skanska y los sobreprecios de la obra pública, el toiletgate de Felisa Micelli (con más sus insinuadas ramificaciones), la extensión sin consulta ni debate de concesiones petroleras o el nepotismo despilfarrador y descontrolado de la secretaria de Medio Ambiente.
El estudio del Banco Mundial que ha enojado al GOBIERNO retrata muchos de aquellos temas de los que el oficialismo prefiere no hablar. Y da la razón a los que opinan que es difícil encontrar un momento argentino de tanta decadencia institucional y tanta corrupción descontrolada.

De lesa humanidad



INDULTOS, ANULACIONES Y LOS
COMBATES DE LOS AÑOS SETENTA





Publiqué este artículo en Ambito Financiero el 13 de febrero de 2007. La política sobre anulación de indultos del Poder Ejecutivo y un reciente fallo dividido de la Corte le otorgan actualidad.


Después de haber evidenciado honda satisfacción por los procedimientos judiciales que involucraron a María Estela Martínez de Perón en las acciones de la Triple A durante la década del 70, y tras alentarlos a través de declaraciones públicas y gestiones oficiosas, el gobierno del doctor Néstor Kirchner eligió hacer un discreto mutis por el foro al advertir la reacción negativa que se estaba gestando en el seno del peronismo profundo, sintetizada en ásperos carteles fijados por las 62 Organizaciones: «No jodan con Perón».

Pocos ignoran que buena parte de la llamada «izquierda peronista» que en los años 70 militó en la organización Montoneros o en sus grupos de superficie está íntimamente convencida de que fue Juan Domingo Perón el que gatilló la acción directa antiguerrillera que se resumió principalmente en la Triple A. Basta leer a escritores de culto de ese sector (como el diputado nacional Miguel Bonasso, a la sazón, autor favorito del Presidente) para comprender que las acusaciones contra la viuda del General o contra el entonces ministro de Bienestar Social, José López Rega, son máscaras transparentes que no alcanzan a ocultar (ni se esfuerzan en hacerlo) la denuncia al propio Perón, responsable para ellos, en realidad, de haber interrumpido lo que consideraban (con sólidos motivos) su propio gobierno: el que encabezaba el doctor Héctor J. Cámpora, surgido de la proscripción del creador del peronismo.

Las acciones judiciales contra la señora-María Estela Martínez y contra algunos de sus ministros de hace más de tres décadas, como Carlos Ruckauf o Antonio Cafiero, se basan en el concepto de que los llamados crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles, tal como esa idea ha sido interpretada por la actual Corte Suprema, que ha definido como tales sólo a aquellos cometidos con participación del Estado. Suele afirmarse que, por ese motivo, la Justicia está obligada a revisar la acción del gobierno militar del Proceso o, inclusive, aquella producida por una organización antiguerrillera como la Triple A, pero debe considerar en otro plano los crímenes cometidos por el terror guerrillero, so pena de incurrir en la oficialmente condenada «teoría de los dos demonios».

Esa mirada sobre el pasado que culpabiliza los crímenes de unos y absuelve los de la otra parte puede ser discutida hoy con una suma de argumentos.

Esta semana, por ejemplo, el jurista argentino Luis Moreno Ocampo, primer fiscal de la Corte Penal Internacional (y, en los 80, fiscal del juicio a las juntas militares del Proceso), rebatió el criterio de considerar crímenes de lesa humanidad sólo a los actos inhumanos contra la población civil cometidos con participación del Estado. Moreno señaló que todos los ataques de ese carácter, sin excluir los realizados por grupos no gubernamentales, entran en la categoría. «En la Argentina hubo diferentes grupos que cometieron crímenes de lesa humanidad», resumió el fiscal.

Con todo, aún si se admite como correcto el criterio restrictivo de la Corte y sólo se consideran imprescriptiblemente imputables las acciones criminales vinculadas a gobiernos, lo que habría que discutir es el carácter de «grupos no gubernamentales» que suele asignarse a las guerrillas que actuaron en la Argentina en la década del 70. De hecho, Montoneros participó activamente en el gobierno nacional ejercido por el doctor Cámpora, ocupando con hombres propios o con compañeros de ruta sobre quienes ejercían influencia decisiva cargos de extrema responsabilidad, tanto en el gabinete como en la estructura político-administrativa del Estado. Un dato más puede incorporarse a este cuadro: muchos actores de la política de los años setenta recuerdan que, en las negociaciones anteriores y posteriores a la elección del doctor Cámpora, destinadas a la conformación de los elencos gubernamentales en Nación y provincias, las «orgas» de la izquierda peronista reclamaban centralmente el manejo de las fuerzas policiales, lo que obtuvieron en muchos casos. La renuncia del doctor Cámpora a la Presidencia ni eliminó de inmediato toda su inserción en el gobierno nacional ni suspendió la que mantuvieron desde el primer momento en gobiernos de importantes provincias argentinas (Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Salta, Santa Cruz, por ejemplo), de donde sólo fueron desalojados paulatinamente, tras la primera reacción impulsada por el general Perón al echarlos de la Plaza.

# Dato despreciado

De hecho, cuando se evocan episodios de extrema tensión y violencia como los ocurridos en Ezeiza al producirse el retorno del general Perón, suele despreciarse el dato de que esto ocurrió durante el gobierno del doctor Cámpora, con las organizaciones montoneras y sus aliados ocupando fragmentos importantes del poder. Los choques ocurridos en las proximidades del aeropuerto en esa ocasión enfrentaron a dos sectores gubernamentales, no a un grupo estatal o paraestatal y a otro de partisanos irregulares. Entre algunos protagonistas de la violencia de los 70 se sostenía, por otra parte, que en el asesinato de José Ignacio Rucci se habían utilizado armas proporcionadas por el Estado bonaerense al grupo que ejecutó al líder gremial más próximo a Juan Domingo Perón.

Existe aun una tercera argumentación que abona la imprescriptibilidad de las acciones terroristas de los años 70. Ese razonamiento se apoya en el vínculo entre las organizaciones guerrilleras y un gobierno... aunque no se tratara ya del gobierno argentino, sino del cubano. Hay decenas de testimonios que muestran la relación íntima que existía entre las sedicentes organizaciones revolucionarias argentinas y la inteligencia del Estado castrista. Algunas de esas organizaciones argentinas fueron, de hecho, fundadas para brindar apoyo logístico a la frustrada guerrilla iniciada por Ernesto Guevara en Bolivia. El propio Che lo menciona en su diario de campaña y ofrece inclusive algunos nombres de apoyos argentinos que, aunque comprometidos, no llegaron al Altiplano.

En esta interpretación, los crímenes cometidos por el terrorismo de izquierda de los años 70 serían imprescriptibles por haber sido acciones inspiradas y alentadas desde un gobierno, en este caso, de un Estado distinto del de las organizaciones operativas. Una mirada parecida es la que probablemente inspiró al fiscal Alberto Nisman cuando analizó las responsabilidades sobre el atentado contra la sede de AMIA, en el que se imputa a un grupo armado libanés -Hizbollah-como instrumento del Estado iraní, cuyos funcionarios son igualmente responsabilizados por el crimen.

Por estos meandros jurídico-políticos se internará, sin duda, el debate que inició el gobierno con su actitud revisionista sobre la violencia de los años setenta. Si las sociedades deben procesar sus conflictos más graves, no de acuerdo al talante y la voluntad política de sus ciudadanos y su dirigencia, sino de acuerdo con los libros y con la decisión de una Justicia de ojos vendados, entonces los criterios de imprescriptibilidad deberán aplicarse con la mayor objetividad. La Justicia deberá ser ciega. No tuerta.

La marihuana y el mito de las "drogas blandas"




por Cristina Noble

Este artículo fue escrito por Cristina a principios de 2005 y -misterios de la resistencia a hablar del tema- fue rechazado en varios de los medios en los que ella publicaba habitualmente sus colaboraciones entonces. Se verá toda la vigencia que mantiene
.



La marihuana es una droga pesada, peligrosa, capaz de provocar distintos
tipos de patologías psiquiátricas. Contrariamente a lo que suele
divulgarse, el cannabis, como cualquier droga que afecta el Sistema Nervioso
Central, no es inocua, y mucho menos la especie que circula en la actualidad: si cualquier tipo de marihuana puede causar alteraciones mentales, la que se
comercializa hoy en día tiene un efecto tóxico mayor.
No es la misma marihuana la que se consumía en los sesenta y setenta, en
los tiempos del "flower power", que la que hoy en día se vende a la
salida de los colegios. La diferencia radica en la concentración de THC -
tetrahidrocannabinol, la sustancia psicoactiva principal del cannabis.
Veamos; mientras un "porro" actual normalmente contiene un 20 por
ciento de THC, en los sesenta, el porcentaje estaba entre un 0,5 y un 3 por
ciento.
En el último informe de la Academia de Ciencias de Francia se afirma que
la especie "cannabis roja" que está a la venta puede tener un 20 % de concentración de THC, lo cual induce a la Academia a considerar que "el control de esa sustancia representa sin duda una urgencia sanitaria".
¿Cómo actúa el THC en el Sistema Nervioso Central? Modificando los códigos
de percepción. Para decirlo en otros términos, cambia la manera en como la
información sensora llega y es procesada por el hipocampo. El hipocampo es
un componente del sistema límbico del cerebro que es crucial para el
aprendizaje y la integración de experiencias sensoriales con emociones y
motivaciones. Las neuronas del sistema de procesamiento de información del
hipocampo y la actividad en las fibras nerviosas son reprimidas por el THC
causando una percepción distorsionada de la realidad, como por ejemplo,
dificultad para pensar , pérdida de la memoria, de la coordinación,
ansiedad y ataques de pánico.
La descripción de los investigadores Jaffe & Cols reseñada en una
monografía de divulgación masiva"Addictions", sintetiza los efectos que
produce una intoxicación aguda por cannabis. Dice en un párrafo: "Si usted
fuma un cigarrillo medio (que contenga unos 10 mg de THC) notará en seguida
cómo le incrementa el pulso, quizá inicialmente tendrá una vaga sensación
de que el tiempo se vuelve más lento…si continúa fumando las sensaciones auditivas, del gusto, del olfato y del tacto le parecerán más vivas…a veces le darán ataques de risa sin motivo aparente. Usted quizás se preocupará por sus
fallas en la memoria, o por la imposibilidad de lograr un mínimo de
concentración; a veces se dará cuenta de que no puede recordar lo que
acaban de decirle (como si fuera un anciano), tampoco podrá terminar una
explicación que había comenzado. Incluso puede experimentar sensaciones
desagradables o espantosas, sintiendo sospechas irracionales en su torno…Si
usted es sensible a la droga, los cambios en la percepción y en las
sensaciones pueden producirle ansia, pánico, sentimientos de persecución;
podrá escuchar voces y ver imágenes inexistentes…incluso puede creer que se
está volviendo loco…"
El médico psiquiatra José Capece, vicepresidente del capítulo de
drogadependencia de APSA, (Asociación de Psiquiatras de Argentina)
advierte: "Actualmente sabemos que la marihuana –la droga ilegal más aceptada socialmente- es responsable de un 8 % más de episodios psicóticos que los que ocurren entre la población que no la usa; sabemos que produce
dependencia y presenta problemas de abstinencia. La típica lentitud motora
que causa el cannabis aumenta los riesgos de accidentes. El más frecuente
de los efectos es el llamado síndrome amotivacional que se presenta en más del 50 % de los consumidores frecuentes de marihuana. Se caracteriza
específicamente por la falta de iniciativa. Uno percibe una verdadera
amputación de los aspectos más exquisitos de la condición humana y es esto
lo que a mi criterio la hace una droga taimadamente mentirosa. Por un lado
da la ilusión, en lo inmediato, de aumentar la intensidad de lo percibido,
y este mismo proceso conduce al aislamiento y a un ensimismamiento peligroso, a una vida psíquica cada vez más empobrecida. Así, nos encontramos con gente abúlica, sin interés. Quizás no llegan a la depresión, es más sutil: es gente que no puede quejarse; no cuestiona ni intenta modificar nada porque no puede".
Un informe publicado a fines del año pasado en el British Medical Journal, no
difundido en nuestro país, advierte que "la depresión y la
esquizofrenia en el futuro son algunos de los riesgos que corren los
adolescentes fumadores habituales de cannabis". El consumo frecuente de
esta droga incrementa el riesgo de padecer depresión y ansiedad en la edad
adulta, también se advierte. Dichos efectos deletéreos parecen depender del
THC que aumenta la liberación de dopamina en el tracto mesolímbico
cerebral, con un mecanismo similar al de cuadros psicóticos.
Explica el doctor Manuel Luis Martí, docente de medicina en la UBA y en la
UCA, que de acuerdo a un estudio realizado en Suecia y publicado recientemente, obre más de 50.000conscriptos seguidos durante 30 años, "se demuestra en forma clara ue la marihuana se asocia con un riesgo aumentado de desarrollar esquizofrenia en elación con la cantidad empleada de la droga. Asimismo, se pone en evidencia que las lteraciones psiquiátricas no dependen de la utilización de otras drogas ni de los rasgos e personalidad anteriores a la enfermedad. En Holanda, donde el problema de las adicciones se ha incrementado a partir de la liberalización de su uso, un estudio de 4000 personas seguidas durante 3 años demostró asimismo una estrecha relación
entre marihuana y psicosis, quedando en claro que la duración de la
exposición a la droga predecía la intensidad de la patología psiquiátrica".
El doctor Martí subraya además que diferentes estudios publicados en los
últimos dos años evidencian como factor común para la aparición de los trastornos psiquiátricos el uso precoz del tóxico, aún en dosis mínimas como 3 cigarrillos (no por día, sino como dosis total). Los riesgos de sufrir fuertes depresiones y el incremento de ideas suicidas entre consumidores adolescentes son otros aspectos que señalan las investigaciones.
Según reseñan diversas investigaciones, la cannabis produce una
hipermanifestación del estado de ánimo del sujeto previo a la intoxicación;
esto sería particularmente importante en los casos con una situación
depresiva previa, por ejemplo.
"Nos matamos los viernes a la noche; primero empezamos con la birra y
después viene lo demás", admite Ignacio I., 17 años. Lo demás es la
marihuana, la droga más popular en los sectores jóvenes por su bajo costo,
fácil acceso y su fama de inocua.
La desinformación hace que muchos compren el argumento de que el cannabis no es riesgoso en sí mismo, y que no crea adicción; el único problema, se dice, es que resulta la puerta de ingreso al consumo de otras sustancias más pesadas como la cocaína o el éxtasis. Y sin embargo, esto no sería así: la marihuana es adictiva de acuerdo a investigaciones efectuadas recientemente. Según un trabajo publicado en noviembre último en "Nature Neuroscience", el cannabis crea más dependencia que lo que se pensaba. La investigación, realizada en monos, ha revelado que los animales se
"enganchan" al cannabis con tanta intensidad como lo hacen con la cocaína.
Además, realizaron otro experimento con ratones para identificar el
mecanismo cerebral que determina la adicción al THC. Después de haber sido
inyectados con esta sustancia, la búsqueda de esta droga y sus efectos
persistía, sólo cuando los ratones fueron inoculados con una suerte de
valla química del receptor cerebral de tetrahidrocannabinol. Sólo después de
recibir esta inyección los monos perdieron interés por la droga y se
calmaron.
El tetrahidrocannabinol se absorbe con rapidez y puede ser retenido
durante 45 días o más después de ser asimilado, lo que complica el cuadro de los fumadores habituales de marihuana por la acumulación tóxica del
tetrahidrocannabinol en el organismo. Debido a la elevada liposibilidad de
los cannabinoles (fijación en los tejidos grasos) se estudia los efectos
indeseables provocados a la eventual acumulación en el organismo. Esto
explica, en parte, el difícil y lento proceso de desintoxicación y la
necesidad de evitar la recaída.
De modo que la dependencia que crea la marihuana sería evidente; sólo
largos y costosos tratamientos podrían neutralizar la adicción de los
consumidores a esta droga mal llamada liviana. ¿A qué se debe entonces la
buena fama del cannabis y la atmósfera de tolerancia social hacia su
consumo que se vive en la Argentina?
El doctor Capece cree que "la apropiación de un discurso más permisivo por
parte de importantes sectores de nuestra comunidad no es casual " y aunque
afirma no creer en teorías conspirativas, dice que no es bueno ser ingenuo:
"Han de existir poderosos intereses: de sólo pensar en el dinero que está en juego, es lógico creer que existen. Los expertos hablan de verdaderas operaciones de prensa para promocionar el consumo…"
Una promoción que tiene un éxito visible entre los más jóvenes: basta
recorrer distintos centros bailables de la Capital y el conurbano los fines
de semana para darse cuenta; cientos de chicos quedan a la deriva tras un
cóctel de marihuana y alcohol; algunos logran treparse a un taxi que lo
devuelva a casa; otros quedan desplomados en portones y veredas hasta que
el sol los recupera o alguien se apiada de ellos.



ARGENTINA: CADA VEZ SON MÁS CHICOS
LOS QUE CONSUMEN MARIHUANA




Una investigación de Sedronar –Secretaría de Programación para la
Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico- centrada el último año en la población estudiantil de todo el país indicó que un 1.5 % de los chicos comprendidos entre 12 y 14 años había consumido drogas ilegales; cifra que escala a casi un 6 % tratándose de jóvenes incluidos entre los 15 y 16 años y llega al 10,4 por ciento en la franja que va de los 17 a los 18 años. Y la marihuana es la más consumida.
El gobernador Felipe Solá reconoció recientemente que, en su provincia,
Los jóvenes compran drogas con la misma facilidad con que se adquiere un cigarrillo.
Vale agregar que lo mismo ocurre en la Capital y en los principales centros urbanos de todo el país.
Un estudio realizado por la subsecretaría de Lucha contra la Drogadicción
reveló que el 10% de los estudiantes secundarios bonaerenses probó sustancias
prohibidas por lo menos una vez. En la provincia de Buenos Aires, la
marihuana, también es la más difundida de las drogas entre los
adolescentes.
El ministro de Interior, Aníbal Fernández, dispuso en las últimas semanas dejar de reprimir “a los perejiles”; se refería, aclarí, a “los pequeños comerciantes y los adictos tenedores”. La Asociación antidrogas de la República Argentina cuestionó severamente esa decisión, ya que estimó que precisamente esa es la franja que vende a los jóvenes al menudeo “La medida que ejecuta el Ministro del Interior condena a una muerte segura a cientos de jóvenes, quedando él como único responsable de permitir el accionar de una asociación ilícita, que ofrece drogas en cada esquina de la Capital Argentina”, declaró la institución.



LOS BEBÉS Y EL CANNABIS

Otro aspecto a considerar del consumo de marihuana es la transmisión de THC
durante el embarazo. >En la Universidad La Sapienza de Roma se realizó un experimento con ratas preñadas ( el estudio se publicó en la revista de la asociación Americana para el Progreso de la Ciencia); estos animales fueron inyectados con una sustancia similar al cannabis, el objetivo era comprobar el efecto de la marihuana en los embriones. El resultado de la experiencia,
publicado en marzo de este año en la revista científica "Asociación Americana para el progreso de la ciencia", demostró que las crías sufrieron alteración de
la memoria; la sustancia les provocó un trastorno neurofisiológico del
hipocampo con consecuencias a largo plazo. Del mismo modo, la marihuana
afecta a las células nerviosas, alterando algunos procesos electro-fisiológicos relacionados con la asociación y el recuerdo.
El experimento de la Universidad de Roma confirma las teorías
Desarrolladas por científicos canadienses tras observar disfunciones de la memoria en los bebés cuyas madres habían consumido marihuana.

Un artículo de Agustín Monteverde

EL FUTURO ES EL MISMO QUE ANTES, PERO ESTA MÁS CERCA



Los análisis económicos de Agustín Monteverde reúnen precisión y elegancia. Esto escribió él en La Nación el domingo 8 de julio.

Mucho se ha elogiado en estos años la presunta fortaleza de la economía kirchnerista. El entusiasmo por el "modelo K" embriagó al mundo político y a la industria; los vapores de tanto embelesamiento llegaron incluso a contagiar a algunos economistas profesionales, lo que resultó mucho más llamativo.

En nuestro caso, vinimos advirtiendo que, pese a la mejora en la actividad y el viento de cola, la bonanza ocultaba serias dolencias bajo superficie: el paciente lucía bien, pero el deterioro paulatino e irreversible de algunos órganos terminaría haciéndose manifiesto.

Hablamos incluso de un recorrido en plano inclinado: no obstante lo placentero del trayecto, cada mes que pasara encontraría a la economía más cerca del fin de fiesta.

Hoy, los bolsones de infección persisten y se han agravado; y estamos peligrosamente más cerca del piso. Veamos.


Inflación. Impulsada por la fuerte expansión monetaria que requiere el sostener artificialmente el tipo de cambio, el Gobierno ha estado enfrascado más en disimularla que en combatirla.

Medida en base a indicadores confiables, promedió 20% en la primera mitad del año y se aceleró en junio por encima del 26% interanual.


Precios reprimidos y discrecionalidad. Más allá de que los controles son fáciles de eludir y generan desabastecimiento,lo grave es que tomamos como normal que los funcionarios políticos manejen salarios que no pagan y fijen precios de cosas que no son de ellos. Y que, si les fuera insuficiente, pueden siempre cambiar las reglas del juego y correr el arco a su propia conveniencia. O pasar de controlar precios a controlar la información que consumimos.


Inversión
. Los precios congelados, el manejo arbitrario y la inestabilidad normativa han frenado la inversión. La inversión directa extranjera cae en la Argentina mientras crece en toda América del Sur, salvo Venezuela. Ya nos aventajan economías más pequeñas, como Perú, Colombia y Chile.


Crisis energética. No reconocida, pero sí sufrida.Le puede costar electoralmente al Gobierno. Pero ya le cuesta mucho más caro al país en pérdida de producción, desempleo, desabastecimiento, compra de sustitutos energéticos y menores exportaciones de combustibles. Tarifas congeladas -auténtico subsidio a los más solventes- y trato discriminatorio exterminaron la inversión en el sector. Aún revirtiendo ya este manejo ruinoso, nos ha condenado a otros dos años de desabastecimiento.


Situación fiscal. Otro tema al que llegó la manipulación de la información. En moneda constante, y si excluimos como corresponde, por ser ajeno al Tesoro, el ingreso extraordinario de los fondos de afiliados de AFJP que pasaron a la Anses, el superávit primario del primer semestre cayó 18 % interanual.

En la situación fiscal también se computan impropiamente otros fondos ajenos al Tesoro, como los de organismos descentralizados y de fideicomisos.

Más aún: es ficticio que el resultado fiscal sea superavitario. Mientras el "superávit" computado resulte inferior al excedente cambiario (divisas que hay que comprar si se quiere sostener el dólar alto), lo que hay es déficit, que se cubre con emisión pura y dura.

Deuda cuasifiscal del Banco Central. Representa ya el 40% de los depósitos bancarios y el 50% de las reservas internacionales. Una bola de nieve de US$ 21.000 millones que crece a ritmo vertiginoso. La que dejó el gobierno de Alfonsín terminó en el plan Bonex.

Pese al costo en inflación y deuda que implica defender el valor de una moneda que no es nuestra, el tipo de cambio alto no da los resultados esperados.

Las importaciones crecen, en lo que va del año, once veces más rápido que las exportaciones; y acumulamos 48 meses consecutivos de déficit comercial bilateral con Brasil.

La extraordinaria coincidencia de eventos excepcionales que se dio en llamar "viento de cola" compensó o permitió disimular en estos años el desmanejo de esas cuestiones:

a) términos de intercambio sin precedentes(valores altísimos de nuestras exportaciones y bajos de nuestras importaciones)

b) tipo de cambio real (descontada la inflación) elevado, y

c) una bajísima prima por riesgo, resultante de una exuberante liquidez que achicó las diferencias entre Suiza y Uganda.

Ninguno de estos elementos es controlable por las autoridades.

Los dos últimos sufren ya alguna erosión. El primero, por el momento, sigue prolongando la fiesta.