18/7/07

Un estudio mundial sobre corrupción e inseguridad jurídica enoja a los K


EL GOBIERNO PIERDE EN LA
COMPARACION CON LOS NOVENTA



Ana Barón, la aguda corresponsal de Clarín en Washington, informa el miércoles 17 de julio del resbalón que unos días antes perturbó al representante de Néstor Kirchner ante el Banco Mundial, Alberto Camarassa. Sucede que el funcionario se quejó a las autoridades del Banco por un reciente informe técnico (Governance Matters, 2007) que exhibe a la Argentina cayendo por tercer año consecutivo en materia de corrupción. La periodista apunta con fina ironía que Robert Zoellick, el Presidente del BM, recibió la carta de Camarassa “en vísperas de la renuncia de Miceli", cuando los diarios del mundo ya hablaban del toiletgate y “con todos los problemas del INDEC sobre la mesa”. Un mal momento.
El trabajo que molestó al gobierno argentino es la actualización de un vastísimo informe, que un equipo de especialistas conducido por Daniel Kaufmann, destacado investigador del Instituto del Banco Mundial, viene desarrollando desde hace más de una década. El estudio analiza la situación de 212 países en relación a 6 variables: control de la corrupción; seguridad jurídica; calidad regulatoria; eficacia del Gobierno; estabilidad política; y libertad de expresión.
El gobierno de Kirchner exhibe fuertes caídas en todas las materias, salvo (curiosamente), libertad de expresión, único rubro en el que consigue una nota parecida a la que Argentina obtenía en 1998. En todos los otros aspectos el descenso es notable. La medición de los investigadores del BM revela que el “control de la corrupción” en la Argentina cayó sensiblemente si se compara con rl gobierno de Carlos Menem. Para 1998, el país figuraba con un valor del 58,5 por ciento, en el 2004 había descendido al 42,9 por ciento , en el 2005 al 39, 2 por ciento y el último año estaba en 37,1 por ciento, notablemente por debajo de la media de América Latina y ocupando el décimo puesto del ranking regional. –
El estudio muestra asimismo que hubo un marcado retroceso en materia de seguridad jurídica. En 1998, el indicador marcaba 64,9 por ciento, mientras que en el 2005 superaba apenas el 30 por ciento y en 2006 había bajado aún de esa mezquina marca, para ocupar el noveno puesto entre los países latinoamericanos.
La “calidad regulatoria” del Estado es hoy tres veces más baja que durante la década del 90. En 1998 la marca superaba los 70 puntos; hoy llega a gatas a los 20 puntos, con los que Argentina se ubica en el puesto número 15 en la región, sólo por encima de Bolivia, Ecuador y Venezuela.
En fin, en la materia “eficacia del Gobierno” el descenso por comparación con la “década maldita” no es menos significativo. Mientras en 1998 el estudio asignaba a la Argentina 74,3 por ciento, tanto en 2005 como en 2006 la marca ha descendido por debajo del 50 por ciento (entre 42 y 46).
El sospechoso moralismo verbal con que este gobierno y sus apologistas cargaban maliciosamente su dedo índice para acusar a los 90, queda cruelmente iluminado por el trabajo del organismo internacional. Y debe tomarse en cuenta que las cifras del estudio registran la situación del año 2006, cuando todavía una atmósfera de inmunidad parecía proteger al régimen kirchnerista y muchas denuncias se omitían o eran silenciadas, fuese por miedo, por interés o por, digamos, prudencia.
Podemos imaginar lo que mostrarán las cifras del año próximo, las que registren los hechos de este 2007, en cuya primera mitad ya saltaron a las primeras planas y a los Tribunales casos como Skanska y los sobreprecios de la obra pública, el toiletgate de Felisa Micelli (con más sus insinuadas ramificaciones), la extensión sin consulta ni debate de concesiones petroleras o el nepotismo despilfarrador y descontrolado de la secretaria de Medio Ambiente.
El estudio del Banco Mundial que ha enojado al GOBIERNO retrata muchos de aquellos temas de los que el oficialismo prefiere no hablar. Y da la razón a los que opinan que es difícil encontrar un momento argentino de tanta decadencia institucional y tanta corrupción descontrolada.

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