"La culpa la tiene el otro": lema emblemático del estilo K
El Presidente Kirchner repite periódicamente un numerito, que consiste en culpar a alguien de los problemas que son consecuencia de su propia política. El presidente tiene toda una lista de demonizables, que empieza con los años 90 y pasa por lor organismos financieros internacionales, los capitales, los bancos, los fondos de inversión, los periodistas, los ganaderos, etc.
En los últimos días la inquietud surgió por una incipiente fuga de capitales, suscitada por una tendencia mundial de búsqueda de seguridad en las inversiones y particularmente estimulada, en el caso argentino, por la discrecionalidad del poder y la baja calidad institucional. En ese cóctel hay que incluir la desastrosa conducta oficial frente a la inflación, que pretende contener con presiones y controles, o disimular apelando al fraude estadístico.
Abrumado por la situación, pero poco dispuesto a modificar decisiones electoralistas que aportan más factores inflacionarios, el Presidente ocupó su atril para asegurar la “cristalinidad” de los procedimiento del Instituto de Estadísticas (apodado INDEK por la malicia de los críticos) y a garantizar que no es cierto que la inflación sea más alta que la que anuncia mes a mes el intervenido Instituto de Estadísticas.
En verdad, los técnicos del INDEC, en huelga y alzados contra la manipulación oficialista, aseguran en su sitio de Internet que la inflación anualizada alcanza el 22 por ciento (no el 8, como jura el gobierno). Por su parte, el equipo especializado de Roberto Lavagna calculó la inflación enero-junio en 9,6 por ciento, contra el 3,9 que informa el gobierno.
Sin ninguna pretensión científica, los ciudadanos verifican la mentira de los índices oficiales cada vez que tienen que hacer las compras, pagar el estacionamiento, alquilar un departamento o una oficina o ir al cine.
El escepticismo sobre las cifras que difunde el gobierno se ha generalizado. Kirchner culpa de ese fenómeno a fondos de inversión tenedores de bonos que se ajustan por el índice de costo de vida. Sin duda el país ve crecer su deuda al compás de la inflación, ya que alrededor de un tercio de la deuda pública (que, pese al doble paguediós del gobierno, alcanza a 136.348 millones de dólares) se indexa por inflación, y cuesta, así, 600 millones por punto. Si se acepta el cálculo de los técnicos “rebeldes” del INDEC, la inflación actual, impulsada por las políticas oficiales, no sólo perjudica a los consumidores porque deben pagar más por igual cantidad de productos. También complica la situación del país en su conjunto, pues incrementa la deuda en unos 13.000 millones de dólares anuales.
Kirchner dice una cosa. La realidad dice otra.
No es la primera vez.
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