Un artículo de Agustín Monteverde
EL FUTURO ES EL MISMO QUE ANTES, PERO ESTA MÁS CERCA
Los análisis económicos de Agustín Monteverde reúnen precisión y elegancia. Esto escribió él en La Nación el domingo 8 de julio.
Mucho se ha elogiado en estos años la presunta fortaleza de la economía kirchnerista. El entusiasmo por el "modelo K" embriagó al mundo político y a la industria; los vapores de tanto embelesamiento llegaron incluso a contagiar a algunos economistas profesionales, lo que resultó mucho más llamativo.
En nuestro caso, vinimos advirtiendo que, pese a la mejora en la actividad y el viento de cola, la bonanza ocultaba serias dolencias bajo superficie: el paciente lucía bien, pero el deterioro paulatino e irreversible de algunos órganos terminaría haciéndose manifiesto.
Hablamos incluso de un recorrido en plano inclinado: no obstante lo placentero del trayecto, cada mes que pasara encontraría a la economía más cerca del fin de fiesta.
Hoy, los bolsones de infección persisten y se han agravado; y estamos peligrosamente más cerca del piso. Veamos.
Inflación. Impulsada por la fuerte expansión monetaria que requiere el sostener artificialmente el tipo de cambio, el Gobierno ha estado enfrascado más en disimularla que en combatirla.
Medida en base a indicadores confiables, promedió 20% en la primera mitad del año y se aceleró en junio por encima del 26% interanual.
Precios reprimidos y discrecionalidad. Más allá de que los controles son fáciles de eludir y generan desabastecimiento,lo grave es que tomamos como normal que los funcionarios políticos manejen salarios que no pagan y fijen precios de cosas que no son de ellos. Y que, si les fuera insuficiente, pueden siempre cambiar las reglas del juego y correr el arco a su propia conveniencia. O pasar de controlar precios a controlar la información que consumimos.
Inversión. Los precios congelados, el manejo arbitrario y la inestabilidad normativa han frenado la inversión. La inversión directa extranjera cae en la Argentina mientras crece en toda América del Sur, salvo Venezuela. Ya nos aventajan economías más pequeñas, como Perú, Colombia y Chile.
Crisis energética. No reconocida, pero sí sufrida.Le puede costar electoralmente al Gobierno. Pero ya le cuesta mucho más caro al país en pérdida de producción, desempleo, desabastecimiento, compra de sustitutos energéticos y menores exportaciones de combustibles. Tarifas congeladas -auténtico subsidio a los más solventes- y trato discriminatorio exterminaron la inversión en el sector. Aún revirtiendo ya este manejo ruinoso, nos ha condenado a otros dos años de desabastecimiento.
Situación fiscal. Otro tema al que llegó la manipulación de la información. En moneda constante, y si excluimos como corresponde, por ser ajeno al Tesoro, el ingreso extraordinario de los fondos de afiliados de AFJP que pasaron a la Anses, el superávit primario del primer semestre cayó 18 % interanual.
En la situación fiscal también se computan impropiamente otros fondos ajenos al Tesoro, como los de organismos descentralizados y de fideicomisos.
Más aún: es ficticio que el resultado fiscal sea superavitario. Mientras el "superávit" computado resulte inferior al excedente cambiario (divisas que hay que comprar si se quiere sostener el dólar alto), lo que hay es déficit, que se cubre con emisión pura y dura.
Deuda cuasifiscal del Banco Central. Representa ya el 40% de los depósitos bancarios y el 50% de las reservas internacionales. Una bola de nieve de US$ 21.000 millones que crece a ritmo vertiginoso. La que dejó el gobierno de Alfonsín terminó en el plan Bonex.
Pese al costo en inflación y deuda que implica defender el valor de una moneda que no es nuestra, el tipo de cambio alto no da los resultados esperados.
Las importaciones crecen, en lo que va del año, once veces más rápido que las exportaciones; y acumulamos 48 meses consecutivos de déficit comercial bilateral con Brasil.
La extraordinaria coincidencia de eventos excepcionales que se dio en llamar "viento de cola" compensó o permitió disimular en estos años el desmanejo de esas cuestiones:
a) términos de intercambio sin precedentes(valores altísimos de nuestras exportaciones y bajos de nuestras importaciones)
b) tipo de cambio real (descontada la inflación) elevado, y
c) una bajísima prima por riesgo, resultante de una exuberante liquidez que achicó las diferencias entre Suiza y Uganda.
Ninguno de estos elementos es controlable por las autoridades.
Los dos últimos sufren ya alguna erosión. El primero, por el momento, sigue prolongando la fiesta.
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