11/8/07

Agosto, un mes cruel



El sábado 4 de agosto no fue un día feliz para Néstor Kirchner.El primer disgusto de esa mañana no fue contemplar por televisión, desde la residencia de Olivos, las tribunas de la Sociedad Rural pobladas de carteles adversos a su gobierno y escuchar el crítico discurso del presidente de la tradicional entidad, Luciano Miguens. Antes de esos malos tragos había apurado otro, más tempranero. Su amigo Claudio Uberti, formal responsable de supervisar y licitar rutas nacionales y encargado de facto de sostener negocios y relaciones con la Venezuela chavista, le había informado de un inconveniente ocurrido en el Aeroparque Jorge Newbery, al regresar de Caracas en un avión alquilado. El ánimo presidencial no era de los mejores cuando observó en la pantalla al secretario de Agricultura, Javier de Urquiza, cuando aplaudía diplomáticamente el discurso de Miguens. “¡Llámenlo y díganle que salga de ese palco ya mismo!”, gritó. De inmediato en la pantalla se reflejó la fuga del secretario.
El titular de la Sociedad Rural había dicho cosas muy fuertes en defensa de su sector, particularmente de la maltratada ganadería, y había ido más lejos: “Cuando el actual gobierno asumió –evocó, por caso-, se requería una cosecha para equiparar el gasto público, mientras que ahora se requieren por lo menos tres cosechas(…) El derecho a trabajar y ejercer toda industria lícita, a transitar libremente, a comerciar, a publicar ideas sin censura, a disponer de la propiedad y a asociarse con fines útiles son condiciones no sólo para invertir, sino necesarias para convivir”, había agregado Miguens. Y también: “Sin los valores esenciales que supieron ser los de nuestros padres estaremos a merced de la arbitrariedad de líderazgos sin sustancia ética”.
En la Residencia de Olivos se respiraba irritación. Kirchner instruyó al jefe de gabinete para que él, Aníbal Fernández y el sucesor de Felisa Miceli respondieran con dureza los conceptos de Miguens y para que se lanazara a intendentes propios y dirigentes empresarios y gremiales amigos a golpear contra la Sociedad Rural en particular y el campo en general. “Hay que aislarlos rápidamente”, reclamó.
El enérgico discurso de Miguens, que reflejó el malestar del campo, fue interpretado por la Casa Rosada en clave política: la estrategia del miedo, que fue útil para disciplinar al empresariado durante un largo período, pierde eficacia a medida que la sociedad incrementa su hastío y a medida que más amplios sectores sectores descubre el paulatino debilitamiento oficial. Todo un problema para un Kirchner a quien el temor le ha resultado extremadamente funcional.



La otra mala noticia

La mala noticia que le había adelantado bien temprano su amigo Uberti parecía, entretanto, contenida. En la fría madrugada de ese sábado, la diligencia de agentes aduaneros y miembros de la policía aeroportuaria había descubierto un maletín con 800.000 dólares en billetes no declarados, entre el equipaje descargado del impecable Cessna Citation alquilado por la empresa estatal ENARSA en el que habían arribado el presidente de esa compañía, Ezequiel Espinosa, el shadow ambassador Uberti, una agraciada muchacha argentina, Victoria Bereziuk, y cinco venezolanos. Al parecer, la sorprendente aparición del cargamento había conseguido encuadrarse como una mera infracción aduanera. Eso sí: resolver el asunto resultaría caro –esa “infracción” se multa con un importe igual a la mitad de lo que pretende introducirse irregularmente-, pero parecía posible eludir el escándalo político y mediático y asordinar los sucesos ocurridos en el Aeroparque, las discusiones con los empleados aduaneros, las amenazas, el intento de cohecho. El ruido de la Rural, inopinadamente, tenía un costado favorable: atraía la atención periodística hacia otro punto.
Pero el lunes 6 la situación llegó a los medios: ese día se supo que “un venezolano” había tratado de introducir irregularmente esa suma y que había invocado formar parte de la “misión de avanzada” destinada a preparar la inminente visita del Presidente de Venezuela, Hugo Chavez. Al día siguiente, Ambito Financiero informó que Claudio Uberti, hombre de confianza del ministro Julio De Vido y del presidente Kirchner, había volado en ese avión. Ese mismo martes se supo que el avión Cessna había sido alquilado a la empresa argentina Royal Class, que la estatal ENARSA había pagado más de 90.000 dólares por ese vuelo, y que un venezolano llamado Guido Alejandro Antonini Wilson había asumido la titularidad del maletín con los dólares. Todavía no había trascendido que, en el Aeroparque, les había gritado a los policías aeroportuarios: “¡Llévense el dinero: yo soy un soldado. No me van a sacar de dónde viene ni adónde va!”. La embajada venezolana y el propio Chávez desmentían que el gobierno venezolano tuviera algo que ver con el dinero del maletín o con su portador, auqneu lo cierto es que los otros cuatro venezolanos llegados en el Cessna eran miembros de la petrolera estatal venezolana Pedevesa. El gobierno argentina mantenía su hermetismo. Recién empezó a quebrar ese silencio el miércoles, con un comunicado de prensa de ENARSA, en el que reconocía su responsabilidad en el vuelo, justificaba el viaje en el hecho de que su titular, Ezequiel Espinosa debía suscribir un acuerdo en Caracas y daba la lista de pasajeros.

Hacer de la necesidad, virtud

Al día siguiente, jueves 9, cuando ya era evidente que la antigua ilusión de mantener contenida la información se había desvanecido, cuando la noticia y las dudas recorrían los medios de muchos países y la prensa reclamaba explicaciones, el presidente, a través de Julio De Vido, renunció a Claudio Uberti. “Cometió un error”, explicó el ministro.
Kirchner tenía agendado para ese mismo jueves por la tarde un acto que Uberti debía coprotagonizar. El presidente quiso, en principio, evitar esa foto. Después de ejecutar a Uberti, Kirchner salió a transformar la necesidad en virtud y exhibió esa descarga de lastre como una prueba de que su gobierno “combate la corrupción”. No explicó, eso sí, la demora oficial.
En cualquier caso, por otra parte, el apartamiento de Uberti está lejos de cerrar el asunto; el gobierno debe dar más explicaciones sobre estos hechos que –la forzada renuncia de Uberti es una confesión de parte- implican graves irregularidades. ¿Por qué motivo se debe ir Uberti y el gobierno sostiene, en cambio, a Ezequiel Espinosa? Este es, después de todo el responsable de alquilar el avión en el que viajaron el venezolano Antonini y la valija repleta de dólares. No parece razonable dar por sentado que el rol de facto de Uberti (canciller paralelo para Venezuela) se sobreponga a las obligaciones legales de Espinosa. Puede ser que Uberti tuviera más mando de que el presidente de ENARSA por la cuantiosa naturaleza de sus funciones prácticas, pero las obligaciones legales en este caso ponen a Espinosa por encima.
Además, si se trataba de volar a Caracas para “suscribir un acuerdo sobre infraestructura para el suministro de gas licuado”,¿no le alcanzaba a Espinosa con un pasaje de primera clase en una aerolínea comercial, si quería viajar lujosamente?

La intervención venezolana


Más asuntos para dar explicaciones: puesto que el gobierno, en su primer reflejo defensivo, procuró echar las culpas del maletín con dólares al gobierno venezolano, ¿hará alguna movida diplomática en ese sentido? ¿Reclamará acciones? ¿Preguntará cómo puede ser que las autoridades aeroportuarias y aduaneras venezolanas hayan permitido sacar ese dinero, en un avión argentino, de un país que ejerce un riguroso control de cambios? ¿Reclamará, así sea para cubrir formas, que le expliquen cuál era el destino de los fondos? ¿Investigará para averiguar si el portador del attaché es o no un miembro de la inteligencia o la guardia de confianza de Hugo Chávez?
Cuando se reunió con Chavez en Bolivia, el viernes, Kirchner, “era evidente –lo señala el diario oficialista Página 12- que Kirchner y Chávez necesitaban ponerse de acuerdo en la manera de encarar el problema”. En público, ambos eludieron pronunciarse, pero en privado Kirchner le pidió a su amigo venezolano que el gobierno bolivariano hiciera algún gesto que contribuyera a distender la situación. A Chávez tampoco le resulta económica la crisis, pero instruyó a su ministro de Finanzas para que dijera algo. Rodrigo Cabezas, el titular de esa cartera, reflexionó sobre la circunstancia “poco común” de que alguien hubiera podido salir de Venezuela con un maletín con 800 mil dólares. En Venezuela rige el control de cambios. Por su parte, el vicepresidente segundo del Congreso de Venezuela, el diputado obviamente chavista Roberto Hernández, pidió la renuncia de los directivos de la petrolera estatal. No sólo en Argentina hay sectores del oficialismo que procuran capitalizar las dificultades de sus correligionarios.
El misterio del maletín con los 800.000 dólares suma una nueva dificultad al gobierno en vísperas electorales, en particular en su relación con la opinión pública. Ningún medio puede sustraerse a un caso tan escandaloso. Varios diarios le entregaron sus primeras planas al asunto. El viernes 10, por ejemplo, el diario Clarín ocupó desde la página 1 a la 14 en una cobertura que llevaba por título general La sombra de la corrupción. Casi todo ese espacio estaba dedicado al tema del maletín, aunque una página se ocupaba de la imputación judicial de la secretaria de Medio Ambiente, Romina Picolotti. El listado de casos que golpea al gobierno en los últimos meses no es pequeño: el intento de pago disimulado de 200 millones de dólares al grupo Greco, los sobreprecios en la obra pública, el caso Skanska, la bolsa de dinero de la ministra Micelli, ahora el maletín del Aeroparque…”Parece haber una matriz de larga data –escribió Julio Blanck, el jefe de la sección política de Clarín- que ahora entra en eclosión y sale a la superficie sin pudores”.
Para colmo, en este caso, como reza la cueca “dos puntas tiene el camino”. Basta escuchar a la punta venezolana para comprender que será difícil mantener extensamente los secretos.

Historia en dos ciudades

El diario Tal Cual de Caracas, ha señalado que “las primeras sospechas de los guisos alrededor de los convenios bilaterales entre la Argentina y Venezuela se levantaron poco después de la firma de los acuerdos de 2004 (…) fuentes de Pdevesa revelan que los funcionarios designados para crear y operar la oficina de la petrolera en la Argentina comenzaron a recibir invitaciones para negocios paralelos (…)Al principio sólo eran orientaciones de Julio De Vido y Claudio Uberti: compren aquí, hablen con estas personas, vayan allá(…) la situación desbordó…”
Desborda no sólo por las indicaciones de negocios de De Vido y Uberti. El régimen de Chávez es muy observado por organismos de inteligencia política y de inteligencia financiera. Uno de ellos, por ejemplo, ha ofrecido a sus clentes y suscriptores interesantes análisis y consejos sobre el régimen de Chávez. World Check es un organismo de inteligencia financiera que se ocupa de seguir la traza de fondos considerados sospechosos por su origen (droga, terrorismo, corrupción). Esta entidad, con una década de vida y una base informativa que d servicio a bancos, agencias oficiales y servicios de inteligencia de más de un centenar de países acaba de alertar acerca de la emisión de bonos argentinos que Chávez compró por valor de 1.000 millones de dólares. En el informe dirigido a sus clientes banqueros, World Check escribe: “Quienes siguen la estructura financiera latinoamericana pueden recordar que Venezuela ya ha adquirido 4.000 millones de dólares en bonos argentinos. Lo que no es conocido públicamente es que en las anteriores compras, ciertos banqueros, arbitraria e ilegalmente dedujeron sustanciales “charges and fees” para sus propios caudales. Ellos podrían estar tratando de depositar esas ganancias mal habidas en los bancos de Ustedes. ¿Se trataría de lavado de dinero? ¿Qué les parece?”.
El organismo de inteligencia advierte sobre la inconveniencia de “aceptar nuevas y grandes sumas durante lo que resta del 2007 sin concretas y verificadas evidencias y pruebas del origen de esos fondos” y menciona el intento de introducción de 800.000 dólares ilegalmente en Argentina. “En Venezuela cunden versiones que afirman que el efectivo iba a ser una contribución ilegal del gobierno de Chávez a la campaña presidencial de la señora Kirchner”.
En apenas una semana el gobierno del doctor Kirchner se ha visto golpeado por distintos vendavales. Por eso, contra ciertos análisis panglossianos que miran el tiempo que resta hasta octubre como un viaje tranquilo hacia la victoria oficialista, en la mesa de arena de Olivos no se trabaja con la idea de “la victoria abismal” que predicen las encuestas electorales, sino con la de conjurar aceleradamente las amenazas de crisis política que se multiplican, alentadas por la inflación, la situación energética, los escándalos y los conflictos abiertos y avivados continuamente por la práctica confrontativa del Presidente.
Agosto es un mes cruel. ¿Cómo será septiembre?
¿Y octubre?

(Este artículo se publica en La Capital de Mar del Plata, domingo 12 de agosto de 2007)

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