6/8/07

La guerra contra el campo





EL DISCURSO DE MIGUENS REVELA QUE YA NO
FUNCIONA LA ESTRAGIA PRESIDENCIAL DEL MIEDO



El sábado 4 de agosto, el presidente Kirchner y su jefe de gabinete, Alberto Fernández, ausentes del acto de inauguración de la Exposición Rural, en Palermo, lo seguían atentamente por televisión desde Olivos. Frente a la pantalla, el discurso del presidente de la Sociedad Rural, Luciano Miguens, era acompañado por interjecciones. “Vendimos nuestra cosecha de trigo a precios muy por debajo de los internacionales, merced a la cartelización impuesta por el gobierno –decía Miguens-; sufrimos la falta de combustible y energía como otros sectores de la población (…) nos afectan la falta de fertilizantes, la escasez de agroquímicos y semillas, insumos estratégicos necesarios para producir más (…) la política económica presenta problemas; el modelo actual necesita cambios (…) a la inflación se la debe combatir, no esconder (…) cuando el actual gobierno asumió, se requería una cosecha para equiparar el gasto público, mientras que ahora se requieren por lo menos tres cosechas(…) durante la actual administración la presión fiscal alcanzó cifras record históricas(…) el derecho a trabajar y ejercer toda industria lícita, a transitar libremente, a comerciar, a publicar ideas sin censura, a disponer de la propiedad y a asociarse con fines útiles son condiciones no sólo para invertir, sino necesarias para convivir(…) sin los valores esenciales que supieron ser los de nuestros padres estaremos a merced de la arbitrariedad de líderazgos sin sustancia ética”.
La irritación crecía en Olivos cuando alguna cámara mostraba los carteles que flameaban en las tribunas con consignas adversas al gobierno. Kirchner ya había hecho marcar el número del celular del secretario de Agricultura, Javier de Urquiza, para ordenarle que no leyera ningún discurso en el acto. Explotó cuando vió a su funcionario aplaudir protocolarmente el discurso de Miguens. “¡Llámenlo y díganle que salga de ese palco ya mismo!”, gritó. De inmediato en la pantalla se reflejó la fuga del secretario.
El Presidente no quedó conforme con ese gesto. Instruyó al jefe de gabinete para que él, Aníbal Fernández y el sucesor de Felisa Miceli respondieran con dureza los conceptos de Miguens y para que se lanazara a intendentes propios y dirigentes empresarios y gremiales amigos a golpear contra la Sociedad Rural en particular y el campo en general. “Hay que aislarlos rápidamente”, reclamó. El manual de instrucciones incluiría, como es habitual, conversaciones con autoridades de medios y periodistas de la plantilla y la tercerización de mensajes telefónicos anti-campo a los programas de radio más difundidos.
En la mesa de arena de Olivos no se trabaja con la idea de “la victoria abismal” que predicen las encuestas electorales, sino con la de conjurar aceleradamente las amenazas de crisis política que se multiplican, alentadas por la inflación y los conflictos abiertos y avivados continuamente por la práctica confrontativa del Presidente.
El enérgico discurso de Miguens, que refleja el malestar del campo, es interpretado por la Casa Rosada en clave política: la estrategia del miedo, que fue útil para amordazar al empresariado durante un largo período, comienza a perder eficacia a medida que la sociedad incrementa su hastío y a, medida que más amplios sectores sectores descubre el paulatino debilitamiento oficial. Kirchner necesita que le teman y hará lo posible para conseguirlo.

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